(Nota de Felipe Hernández: Hemos querido traducir este artículo del magnífico Dr. R. K. Campbell, pionero de nuestra especialidad, por su gran utilidad docente y práctica, además de exponernos una situación que el mismo experimento y con la que yo personalmente me he sentido muy identificado. Disculpar si la traducción no es perfecta. El presente artículo no pretende hacer ninguna recomendación médica. Antes de tomar un suplemento dietético consulte con un profesional de la salud cualificado y antes de tomar un fármaco consulte con su médico.)
Escribo esto con la firme creencia de que ‘se necesita a uno mismo para saber de sí mismo’. No sé exactamente con cuantos años empecé, y obviamente, mi madre, no me lo puede decir ahora. En la edad escolar, los dos sabíamos que un niño normal no hacia los ruidos que yo hacía al hablar. Algunos lo describían, ‘suena como si tuviera una pinza en la nariz’. Lo que yo describo es la alergia nasal producida por la sensibilidad de la leche de vaca.
Un dilema diario de la infancia
En los años 30 y 40, había una idea poco precisa de las vitaminas, pero aun menos sobre las alergias alimentarias. Afortunadamente, mi madre tropezó (¿o fue la intervención divina?) con un remedio. Descubrió que no podía tolerar el supuesto ‘bueno-para-mi’ vaso de leche de vaca. Pero el fácilmente disponible y sabroso queso cheddar de New York no me daba ningún problema.
Desde entonces hemos comprendido lo que estaba pasando: la sensibilidad de la leche estaba causando tal hinchazón de los cornetes nasales inferiores — montículos de tejido que se proyectan hacia el tabique divisorio, diseñados para humedecer el aire entrante y atrapar el polvo y otras partículas, como el polen — que casi bloqueaban completamente mi vía aérea nasal. Como acompañante de la hinchazón siempre tenía picor, aliviado con el ‘saludo alérgico’- frotarse la nariz con el dedo índice.
En esta situación, las secreciones solo podían bajar por la ‘puerta trasera’, donde irritan el área donde la vía aérea nasal se drena hacia la garganta. Es aquí donde reside el adenoide: un bulto de tejido linfoide como las amígdalas, diseñado para interceptar bacterias dañinas. En niños con alergias nasales, estas dos áreas de tejido linfoide parece que se agrandan, a menudo dejando las amígdalas en un destino separado.
Cuestiones del oído
Esta también es el área donde se convergen los tubos de Eustaquio. Estos tubos facilitan al aire moverse desde el medio de la oreja hacia fuera, para que el tímpano pueda vibrar cuando las ondas del sonido lo golpean. El tímpano esta unido a tres pequeños huesos al oído interno y su membrana similar a un tambor. El oído interno se parece a un caracol (y el termino medico es la cóclea), y está lleno de un liquido. Esta forrado de ‘células pilosas’ a lo largo de la espiral que son parte del nervio auditivo. Un mecanismo maravilloso: cuando los sonidos chocan con esta membrana interna, las vibraciones del fluido barren las células pilosas – las más cercanas a la base de la membrana señalan los tonos altos y las más distantes, los que están cerca del centro de la cóclea, señalan los tonos más bajos.
El resultado de una congestión nasal y un goteo nasal pueden ser diversos, incluida la pérdida de audición. La bacteria se desarrolla mejor en una zona oscura, tibia y con poca ventilación, el resultado de una infección de oído medio. Las infecciones de oído son el top de las visitas de los niños en las urgencias.
Asma
El asma es una afección en la que el músculo liso alrededor de las ramas del árbol respiratorio (bronquios) se contrae con intensidad variable. Respirar es más difícil por la presión de los alvéolos circundantes, comprimen aún más los bronquios. Puede ser lo suficientemente intenso como para poner en peligro la vida y requerir el alivio inmediato de una inyección de adrenalina. El broncoespasmo (la contracción del músculo liso alrededor de los tubos bronquiales, que estrecha las vías respiratorias) dificulta (y a veces da miedo) mover el aire hacia adentro o hacia afuera. Este ataque puede ser precipitado por la alergia alimentaria del paciente o por muchos otros factores, como irritantes, como el polvo, o por el aire contaminado. También puede ser activado por otros alérgenos, como la caspa de los animales, las excreciones de los ácaros del polvo y el polen. Con tantas causas de alergia nasal y asma, puede ser difícil determinar qué alérgeno alimentario es el responsable. En 1957, ideé un procedimiento (que se describe a continuación) para ayudar con este proceso. Esperamos que las alergias a los alimentos se manifiesten en la vía gastrointestinal, y esto ayuda a conocer los síntomas. Pero al buscar al culpable, si también causa síntomas en el sistema respiratorio, estos son más distintivos y pueden aparecer más rápidamente después de ingerir los alimentos.
¿Quién lo hizo?
En primer lugar, estar preparado para evitar grandes problemas. Si un paciente ha tenido un episodio de angioedema, se debe recetar una forma de autoadministración de adrenalina que puede estar cerca en caso de que ocurra otro episodio, y los futuros desafíos alimentarios se deben realizar en el consultorio del médico, donde se puede proporcionar atención de emergencia si es necesario.
Para las alergias a las variedades de jardín, haga una lista de alimentos e ingredientes sospechosos. Si la reacción se repite, vaya al procedimiento de «eliminación y desafío». Si hay una reacción, espere unos días para que se recupere y a continuación, inténtelo nuevamente con este sospechoso. Si hay una reacción, esto es una confirmación de que esta sustancia debe eliminarse de la dieta. Recuerde, este proceso es demasiado lento si el angioedema ha sido expuesto anteriormente. Una reacción grave debe tratarse de inmediato con adrenalina que salva vidas debido a su efecto en el árbol respiratorio, en particular la inflamación del revestimiento de la laringe y el laringoespasmo, que puede ir acompañado del edema más visible de la cara. Se menciona como un efecto secundario grave en muchos anuncios de medicamentos.
Existe una amplia gama de severidad en cualquiera de estas reacciones alérgicas. Por ejemplo, la alergia intestinal puede dejar KO durante varios días y estar acompañada de dolor de cabeza y «blahs». Además de su efecto obvio sobre la respiración y el intestino, las alergias a los alimentos también pueden producir «pensamientos confusos», afectar a los neurotransmisores excitadores e interferir con el sueño normal. Como nota al margen, a principios de los 80, mantuve correspondencia con el Dr. William G. Crook, un alergólogo pediátrico en Georgia. Nos convertimos en amigos por correspondencia cuando respondí a un artículo que escribió y que se publicó en Pediatrics, la revista de la Academia Americana de Pediatría, que parecía cubrir todo lo que había pensado sobre el tema. Me envió una copia de su libro, «Rastreando la alergia oculta a los alimentos». Era muy legible, incluyendo ilustraciones de su hija y, lo mejor de todo, fue aceptado por la comunidad médica.
La vitamina C y otros ayudantes nutricionales
El alivio de las manifestaciones de alergia proviene de evitar al culpable y las altas dosis de vitamina C. 2,000 mg de vitamina C cada dos horas es muy eficaz y de acción rápida. Una deficiencia de magnesio y otros minerales, muy común en el mundo moderno, puede provocar asma y muchos otros problemas de salud. En muchos casos, los síntomas del asma se pueden reducir o prevenir con dosis apropiadas de magnesio suplementario.
Comer una dieta mejor también puede ayudar:
- Evitar colores artificiales, sabores artificiales y conservantes.
- Dejar de comer embutidos y otras carnes procesadas, incluyendo los perritos calientes.
- Comer más verduras –mucha más- especialmente frescos y crudos. Come más legumbres (a menos que haya una alergia al cacahuete).
- Bebe más agua, ayudara a eliminar los antígenos.
- Para lograr y mantener una buena salud, recomiendo un buen multivitaminico diario.
Lo positivo sobre la alergia a los alimentos es que las reacciones más leves a menudo son superadas, con el simple paso del tiempo.
La vitamina C puede sofocar casi cualquier reacción alérgica ordinaria, como el asma y la fiebre del heno. Cuando está teniendo un ataque, el viejo plan de «2,000 mg cada dos horas» durante uno o dos días no puede ser superado. En mi experiencia, es casi milagroso.
Siempre vuelvo a mi simple filosofía: los nutrientes son seguros y efectivos, por lo que, con un poco de sentido común, tienes poco que perder.
Referencias
1, Crook WG (1980) Tracking Down Hidden Food Allergy. Professional Books. ISBN-13: 978-0933478053.
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