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Poco antes de su fallecimiento, el magnífico Wayne Dyer, disertaba sobre como la vida nos apretará a todos muchas veces y que tal como cuando apretamos una naranja, solo podemos esperar que salga jugo de naranja, igualmente, cuando se nos “aprieta” saldrá lo que ya teníamos dentro… El explicaba que puede salir resentimiento, amargura, hasta odio, pesimismo… o pueden salir cualidades edificantes, que se ven acrisoladas ante las pruebas.

En una profunda reflexión personal, hace ya 4 años imaginé que la analogía de Dyer podía dar más de sí, sobre todo cuando pensamos en los diferentes “perfiles” que nos encontramos a lo largo de nuestra vida. Durante 30 años he tenido consulta con más de 30.000 pacientes y, especialmente en los últimos años, he comprobado que tal como tenemos una fisiología y anatomía características, resultado de nuestra genética y de nuestro modo de vida, también tenemos un perfil psicológico y comportamental que es el resultado, igualmente, de nuestra genética, pero también de nuestro modo de vida (las ganas o no y la capacidad o no, de evolucionar como personas), además de la indiscutible influencia de nuestra infancia y de las creencias que hemos asumido, muchas veces sin cuestionarlas.

Desde esta óptica de los perfiles, y siguiendo con la analogía, creo que unos somos más “pomelos”, otros más “limones” y, algunos, más “naranjas”. Todos cítricos, todos compartiendo mucho en común, pero con claras diferencias. Veamos…

El tipo “Pomelo”, tiene facilidad para sentirse amargado. Está convencido de que la vida es injusta con él y está resentido. Todo está mal y solo salen quejas de su boca. Se queja de su suerte en el trabajo, se queja de lo mal que le salieron las cosas desde la infancia, se queja hasta del tipo de vacaciones que tiene, pero también si la comida está un poco sosa o un poco salada. El “pomelo” se queja de cualquier pequeña o gran contrariedad.

El tipo “Limón” tiene una actitud ácida frente a la vida. Parece muy seguro de si mismo(a), fuerte de carácter y decidido, sin pudor para sacar su acidez y dejar en ridículo con su sarcasmo y mordacidad a cualquiera, incluidos sus “amigos”. Es impaciente con el que considera “débil” (pareja, compañeros de trabajo o afición y hasta con sus hijos). Va por la vida de “sobrado”. No acepta fácilmente puntos de vista discrepantes. Le encanta dar lecciones.

El tipo “Naranja” es dulce en su trato, es bondadoso y optimista, características que no son signo de debilidad, pese a que “el ácido” (limón) lo tacha de “demasiado bueno” (en realidad quiere decir tonto) o el “amargo” (pomelo) se sienta molesto con esa facilidad que tiene para darle la vuelta a las cosas y siempre ver lo positivo, aun en medio de la tragedia. Conserva la inocencia y el optimismo de un niño. No es crédulo, pero tampoco incrédulo, posee una mente abierta, no dogmática ni encorsetada en tradiciones o creencias inflexibles. No le agrada que le insulten o traten de menospreciar, pero el sentimiento que le inunda en esos momentos es de lástima por el “espíritu enfermo” que muestra el ofensor, sea ácido o amargo, ya que los intentos por hacer daño solo son indicios de un alma pobre y un espíritu frustrado y encarcelado.

Creo que todos identificamos fácilmente estas tres tipologías, pero antes de que tu te encasilles en una, estimado lector, debemos tener claro que, salvo extraordinarias excepciones nadie es un “pomelo, limón o naranja” puro, somos “jugo complejo de diversos cítricos”. Los condicionantes de la vida, la infancia, los genes, las creencias, las experiencias vitales, la capacidad de autocrítica positiva o negativa, el deseo de evolucionar en el espíritu, y un largo etcétera, condicionan el porcentaje que tenemos de cada jugo. A algunos les sale fácilmente su “jugo predominante” otros son una sutil combinación de dos de ellos o incluso de los tres… pero la cuestión importante es ¿con qué composición seremos un “jugo más feliz”?… No hay duda, ¿verdad?…

La mayoría de los líderes políticos y de los oligarcas en puestos de poder son un 40-50% “limones” con un 50-60% de “limas” (lo sé, no he explicado el perfil “limas”, lo dejo en suspense para el siguiente artículo, puedes ir imaginando…) Este es un perfil dominante entre la clase dirigente. Pocas “naranjas” nos dirigen. Esto es aplicable a muchos ámbitos, donde al observar a alguien con “un porcentaje de naranja elevado”, nos impacta, porque parece que no son para este mundo…

Deberíamos preguntarnos, cuando llegue la prueba dura, “el exprimidor” (pérdida, dolor, incertidumbre, desafío…), ¿qué “clase de cítrico seremos”?

Exprimidor manual de cítricos de acero inoxidable

El “pomelo” se termina de hundir en la miseria. Ya arrastraba la insatisfacción y la queja como rasgo característico, así que es un sumar y la depresión será posesión de él sino cambia los porcentajes de su jugo. Algunos lo hacen curiosamente, y como “por arte de magia” un proceso traumático es lo que les saca de su amargura vital para enfrentar la vida de otro modo… pero no es lo más frecuente. El “limón”, ante el “exprimidor” pelea, pero siempre pelea desde el ámbito del “púgil” que da mamporros sin compasión, “la culpa siempre es de otro y debo centrar mi rabia en ellos, ellos me han quitado, ellos me han golpeado, debo de mostrar mi fuerza, no soy débil, puedo salir de esta”, pero no hay crecimiento interior, no hay introspección solo una “rutina que no romper” una “actitud que mantener”… “es lo que me hace fuerte”. No te resignes si tu eres un poco ácido, algunos que lo fuimos por un tiempo, en una proporción mayor de lo deseable, hemos dejado que el “exprimidor” nos diera una respuesta inexplicable… una vuelta de exprimidor… otra vuelta de exprimidor… y lo que se presumía limón… empieza a salir por ese pequeñito canal del fantástico artilugio como… jugo de naranja. Efectivamente, alguien dijo una vez que no sabemos cómo es una persona hasta que esta se ve sometida a prueba. Muchos hemos necesitado el “exprimidor” para comprobar que había en nuestro interior más “naranja” de lo que imaginábamos.

Así que, estimado lector, no contestes que “cada uno es como es…” Pero eso sí, es mejor cultivar el espíritu “dulce” (o “camino dulce” Lao Tsé) antes de que la vida te pase por el “exprimidor”, porque nunca podemos estar seguros de que este obrara un milagro en nosotros o, por el contrario, nos empecinaremos en nuestra acidez o amargura.

Los porcentajes de “tu jugo” pueden ir cambiando, debemos evolucionar en nuestra Consciencia Superior. Seguro que comprobarás que todos los grandes hombres y mujeres de la historia, los grandes de verdad, los que influyeron en el pensamiento y las acciones de sus contemporáneos y de generaciones futuras, haciéndoles desear ser mejores personas, ser mejores seres humanos, estos, eran 80% “naranjas” y un justo y necesario 20% de “limones”, para luchar por la justicia y el sufrimiento de otros.  Otro día seguiré con los jugos, me falta la mandarina y la lima (son casos muy particulares…) Feliz día y ¡buen jugo de cítricos!