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LAS ALERGIA ALIMENTARIAS, LAS INTOLERANCIAS ALIMENTARIAS Y LAS SENSIBILIDADES ALIMENTARIAS: CADA VEZ MÁS COMUNES

Por Felipe Hernández

     

Cada día son más frecuentes las intolerancias a ciertos alimentos, y cada día es más frecuente convencernos de que mediante un análisis de sangre específico se pueden detectar dichas intolerancias con una efectividad extraordinaria. Siento discrepar de esto último. No obstante, antes de entrar en una explicación más detallada conviene hacer algunas aclaraciones básicas, para que el lector no se quede nadando en el mar de confusión de la terminología.

1. Las alergias alimentarias más comunes a la leche y a los huevos son más persistentes que en décadas anteriores, según un estudio realizado en el 2007 por el Johns Hopkins Children’s Center (EE.UU.). Los resultados muestran que el problema de las alergias alimentarias ha aumentado de forma apreciable en los últimos 20 años, no solamente en el número de casos, sino también en la severidad y persistencia. «El pronóstico para un niño con alergias de este tipo es peor que el de hace 20 años», aseguró el director del estudio Robert Word. La reacción inmunológica que provoca un cuadro alérgico con manifestación y sintomatología inmediata está mediada por las inmunoglobulinas IgE, y es una reacción tan brusca a la proteína del alimento que cuando es detectada por primera vez deja al afectado incuestionablemente preparado para no volver a tomar dicho alimento.  Una respuesta alérgica verdadera implica una reacción anormal o alterada del tejido a un antígeno. Un antígeno puede ser una proteína, una sustancia unida a una proteína, un aditivo añadido a un alimento, o menos comúnmente, un polisacárido. Cuantos más anticuerpos, más persistente la alergia y menos susceptible de superarla a corto plazo.

2. La intolerancia alimentaria es el resultado de la formación de anticuerpos frente a determinados alimentos, pero no de la clase IgE comentada anteriormente para las alergias, sino en una primera etapa del tipo IgA y tras múltiples estímulos (contacto con el mismo alimento) a la formación de IgG. A diferencia de las reacciones clásicas de la alergia alimentaria, que son inmediatas y muy evidentes, los efectos de presentar una intolerancia alimentaria con más solapados y en ocasiones el afectado no los relaciona con el alimento. Tiende a cronificar estados de alteraciones dermatológicas, hinchazón abdominal y trastornos gastrointestinales, algunos tipos de dolores de cabeza, rinitis, problemas respiratorios, obesidad, etc. Desde hace unos años se han puesto de moda, como indicaba al inicio, el análisis en sangre de IgG para detectar intolerancias. Los laboratorios que las realizan afirman que cuando se restringen los alimentos que dieron positivo se produce una mejoría entre la mitad y dos tercios de los casos, según mi experiencia lo dejaría en la mitad. Esto indica que se puede obtener ciertos beneficios de realizar estas pruebas, ahora bien, también deja claramente evidenciado que otros muchos casos que presentan reactividad a ciertos alimentos “que no dan positivo” en la analítica de inmunoglobulinas (anticuerpos) deben de tener un origen diferente al de la reacción inmunológica. Pudiéramos englobar este tercer grupo en el llamado habitualmente como…

3. Sensibilidades alimentarias. No podemos despreciar el considerable número de personas sensibles a ciertos alimentos y/o sustancias presentes en ellos que llevan años soportando una sintomatología difusa, difícil de encuadrar desde el punto de vista clínico y que, además, no presenta ningún patrón de reactividad inmunológica tras los análisis de laboratorio. El hecho de que cada vez sea mayor el número de afectados de Alergia, Intolerancia y Sensibilidad alimentaria creo que deja entrever que en algo nos estamos equivocando o no nos estamos centrando en el extraordinario problema de fondo con el que la humanidad se enfrenta tocante a sus hábitos de alimentación. Diferentes autores e investigadores hemos señalado reiteradamente que el problema de fondo es el brusco y radical cambio dietético que ha experimentado la población en los dos últimos siglos (marcadamente más acusado en las pasadas cuatro décadas) y el “aliño” nefasto que en este sentido ha puesto la industria agroalimentaria, en muchas ocasiones “brazo” de la industria farmacéutica. Trataré de resumir someramente los factores que han influido dramáticamente en este sentido.

El Dr. Blackley, médico inglés de finales del siglo XIX, dijo que con los progresos de la civilización, las enfermedades alérgicas serían cada vez más frecuentes. Aunque es innegable que factores genéticos contribuyen a que el niño sea atópico o alérgico, estoy de acuerdo con el comentario hecho por el Prof. Ulrich de la Charity University Childrens Hospital de Berlín (XXIIº Congreso de la ESACI París, Junio 2003) cuando señalaba que los alérgenos inhalados o alimentarios suelen desencadenar la manifestación sintomática pero no son la causa de dichos síntomas. Por tanto, ¿qué factores inherentemente asociados a la modernización agroalimentaria y la revolución industrial han influido en el aumento de las alergias, intolerancias y sensibilidades alimentarias?…

1º. Cambios bruscos en los hábitos alimentarios. Estos cambios favorecen la atopia, en particular una reducción del consumo de grasas saludables no manipuladas y un aumento de los saturados e hidrogenados industriales, que junto con el abuso de azúcares rápidos favorecen las disfunciones metabólicas y las alteraciones en las rutas de las prostaglandinas.  No debemos olvidar que la manifestación sintomática esta mediada por los mastocitos y la secreción de histamina e eicosanoides. Durante años, decíamos que el consumo de grasa saturada y la falta de poliinsaturadas era el origen de este desequilibrio proalérgico y proinflamatorio, pero hoy sabemos, sin duda, que es el elevado consumo de azúcares rápidos, camuflados en TODOS los alimentos manufacturados por la industria, lo que realmente está detrás de este desequilibrio. Además, la diversificación demasiado precoz de la alimentación en el primer año de vida y la frecuente reducción de la lactancia materna, son factores predisponentes. Indudablemente otros hábitos modernos como el elevado consumo de lácteos, cuya proteína (caseína) es difícilmente disgregada por la renina gástrica, el uso y abuso de aditivos alimentarios relacionados directamente con ciertos tipos de alergia,  los pesticidas utilizados indiscriminadamente, la falta de los vitales oligoelementos en el terreno y en los alimentos, etc, son factores también a tener muy en cuenta.

2º. Autores de prestigio, como el Dr. Jean Seignalet, han dejado claramente establecida la relación entre la trasformación genética que han experimentado a lo lago de los siglos diversos alimentos (ver estudios antropológicos Seignalet 2001), especialmente las gramíneas, y la aparición de muy diversas enfermedades, entre ellas el aumento de alergias alimentarias. Quienes creemos en este argumento pensamos que las enzimas y las mucinas no están adaptadas a las moléculas alimentarias nuevas que se encuentran en el organismo (esto ocurre muy frecuentemente con el trigo común y el maíz). Dando lugar a:

  1. Digestión insuficiente de algunos elementos, lo que libera numerosas moléculas alimentarias en la luz digestiva. Generalmente péptidos de origen proteico.
  2. Evolución hacia una flora de putrefacción con aparición de bacterias más o menos peligrosas, cuya destrucción por las defensas inmunitarias libera numerosos detritus bacterianos en la luz digestiva.
  3. Agresión contra la mucosa del intestino delgado que puede verse afectada y convertirse en demasiado permeable.
  4. A través de la mucosa, ahora porosa, pasan macromoléculas alimentarias y bacterianas que van a ser responsables, en nuestra opinión, de tres grandes categorías de patologías :

– Los péptidos antigénicos y las proteínas superantígenas, capaces de activar los linfocitos T, inducen enfermedades autoinmunes.

– Las moléculas no antigénicas, que no son reconocidas por los linfocitos T, van acumulándose progresivamente en el medio extra celular o en el interior de las células. Producen enfermedades de “ensuciamiento”.

– La eliminación de las moléculas exógenas, que no pueden romper las enzimas, es asegurada por los polinucleares neutrófilos y los macrófagos que transportan los desechos a través de los emuntorios. Cuando los glóbulos blancos son muchos, provocan una inflamación del emuntorio. Es la patología de eliminación. En este último grupo se situarían las alergias.

3º. Desequilibrio en el balance Th1/Th2 durante el desarrollo precoz del sistema inmune. La respuesta atópica se inicia con un predominio de la población linfocitaria Th2, linfocitos que se encuentran en el origen de la producción de IgE y de las citoquinas proinflamatorias. Al nacer, el sistema linfocitario del bebé se caracteriza por unos linfocitos inmaduros, sin marcadores específicos. Durante los primeros días y meses de la vida, estos linfocitos inmaduros Th0 van adquiriendo unas propiedades funcionales gracias al contacto con antígenos exteriores. Los primeros antígenos exteriores que va a encontrar el bebé son los de la flora vaginal de su madre, pero si el niño nace por cesárea este encuentro no tendrá lugar. Si el patrimonio bacteriológico de la madre se encuentra alterado, la adquisición de sus propias defensas se realizará en una dirección anormal y, en lugar de orientar sus poblaciones linfocitarias inmaduras hacia una respuesta destinada a combatir las infecciones, tipo Th1 (secreción de Interferón Gamma e Interleucina 10), se orientará hacia los Th2, favoreciendo la inflamación alérgica.

4º. El papel de una higiene excesiva. Diversos estudios epidemiológicos han demostrado que hay menos alergias en los niños que viven en el campo, comparado con los que viven en ciudades. Parece ser que la explicación sería la exposición precoz a las endotoxinas de los gérmenes Gram negativos presentes en los animales de la granja. Además, el uso excesivo de vacunas podría impedir el desarrollo de la infección y por lo tanto la defensa del organismo con los Th1, promoviendo la proliferación de Th2. El uso precoz de antibióticos ha sido también relacionado con un riesgo aumentado de asma y alergias en los niños predispuestos (R. Grosdidier AFMO 2007).

5º. La capacidad enzimática hepática de detoxificación condiciona enormemente la sensibilidad a ciertos alimentos. En la mayor parte de los casos cuando es evidente que la alimentación que hacemos no nos sienta bien y las pruebas analíticas no demuestran reacciones ni en IgE, ni en IgG, o bien no hacemos restricción en base a dichas pruebas y seguimos padeciendo de hinchazón abdominal, malas digestiones, flatulencias, pesadez mental, rinitis, dolores musculotendinosos (sin patología clínicamente diagnosticada), etc,  o bien hay que sospechar una fragilidad en el metabolismo dependiente del hígado y obrar en consecuencia. He observado con miles de pacientes que cuando se logra optimizar las funciones enzimáticas de detoxificación sus sensibilidades mejoran notablemente y la sintomatología o desaparece o se circunscribe a episodios poco frecuentes y muy tolerables.

En resumen, no es cuestión de obsesionarse buscando el “fatídico” alimento o alimentos que nos “está matando”. No caigamos en el concepto cartesiano de “un virus = una enfermedad” o (un alimento(s) = un trastorno). Esta visión reduccionista no parece estar funcionando demasiado bien a la hora de frenar la progresión de las alergias, intolerancias y sensibilidades. Por tanto, creo que solo cabe adoptar un nuevo estilo de vida (o quizás habría que decir un “viejo” estilo de vida), el regreso a una alimentación más original (o ancestral como dice el Dr. Seignalet), tomando alimentos que no se hallan manipulado, evitando los procesados y los cargados de aditivos, fomentando la lactancia materna, utilizando lo menos posible los antibióticos (solo en casos estrictamente necesarios), restringiendo al máximo cierto grupo de alimentos insanos y cocinando por debajo de 110 grados. Cuando se adopta una modo de vida sano, incluso es muy probable que ciertos alimentos que antes eran considerados alérgenos para una persona dejen de serlo al reintroducirlos en pequeñas cantidades, especialmente cuando hemos recuperado el ecosistema gastrointestinal, hemos impedido que el intestino sea excesivamente permeable a las grandes moléculas (que generan alergia), hemos logrado que el hígado funcione correctamente y hemos equilibrado el pH, es decir la homeostasis global. En realidad se trata de eso, de VISIÓN GLOBAL.