El 40% de la población española tiene niveles de 25(OH)D por debajo de los 20ng/mL
Cada vez son más estudios que se acumulan para evidenciar el papel fundamental que juega la mal llamada ‘vitamina D‘, que ni es vitamina, ni es solo una .Se trata de un sistema hormonal con acciones pleiotrópicas y sistémicas más allá del efecto óseo.
Esta hormona juega un papel clave relacionado con la absorción intestinal del calcio o el mantenimiento de la homeostasis ósea y muscular a través de la modulación del metabolismo del calcio y el fósforo (funciones endocrinas). Además, la hormona D presenta funciones paracrinas y autocrinas, regulando la proliferación y la diferenciación celular.
Para ser funcional, la hormona D precisa de una hidroxilación en el hígado, donde se convierte en 25-OH-D. Posteriormente, se produce una segunda hidroxilación en el riñón, convirtiéndose en 1,25-dihidroxi-vitamina D3 (1,25(OH)2D) o calcitriol, que es la biológicamente activa, con acciones fisiológicas en individuos de todas las edades.
Cabe recordar que al menos un 40% de la población española tiene niveles de 25(OH)D por debajo de los 20ng/mL, un porcentaje que aumenta exponencialmente con la edad y con situaciones de riesgo. El déficit de esta hormona esta asociada a numerosas afecciones y enfermedades.
Con el término vitamina D se cometió un error histórico a principios del siglo XX en Gales. En este escenario, los médicos se dieron cuenta de que los niños que trabajaban en la mina padecían raquitismo con frecuencia, enfermedad que asociaron a la carencia de alguna vitamina. Por ello, la nombraron vitamina D. En 1920, el científico alemán Adolf Windaus descubrió que en realidad se trataba de una hormona.
Osteoporosis
La postmenopausia estaría incluida en una de estas situaciones de riesgo, al ser una etapa en la que muchas mujeres sufren una disminución paulatina de su masa ósea. De hecho, la osteoporosis afecta a más del 35% de las mujeres mayores de 50 años y se estima que más de dos millones de mujeres españolas tienen esta enfermedad.
“La hormona D tienen algunas acciones que son prácticamente exclusivas de ella como, por ejemplo, la absorción del calcio del intestino. Cuando hay deficiencia de 25(OH)D, las glándulas paratiroideas y su hormona paratiroidea liberan el calcio acumulado en el esqueleto provocando que pierda su resistencia, hasta llegar a fracturarse y dar lugar a la osteoporosis”, explica a GM José Luis Neyro, especialista en Ginecología y Obstetricia.
COVID-19
Un estudio desarrollado en el Instituto Maimónides de Investigación Biomédica de Córdoba (IMIBIC), en el Hospital Reina Sofía de Córdoba, arrojó que contar con niveles séricos de 25-OH-vitamina D entre 40-60 ng/mL podría ser clave para combatir la hiperinflamación de la COVID-19, generada por la tormenta de citoquinas.
“Otra de las acciones muy importantes de esta hormona es su acción inmunomoduladora. De tal manera que las personas que presentan déficits tienen más riesgo de presentar alteraciones del sistema inmune que les permita defenderse de las agresiones externas como las infecciones virales producidas por virus respiratorios”, apunta Neyro.
En este sentido, “se ha evidenciado que las personas con niveles séricos bajos que contraen COVID-19 presentan más complicaciones graves y mayor porcentaje de mortalidad”, continúa el ginecólogo. “En cambio hemos demostrado prospectivamente que las personas ingresada en el hospital han presentado menos complicaciones y menor riesgo de ingreso en cuidados intensivos cuando se les ha administrado vitamina D”, añade.
Cáncer
La deficiencia de este sistema hormonal ha sido relacionada, no solo con problemas óseos y musculares como la osteoporosis o las caídas, sino también con problemas cardiovasculares, oncológicos, enfermedades mediadas por inmunodulación -como la esclerosis múltiple, los trastornos cognitivos y las demencias-, e incluso con infecciones crónicas como la tuberculosis.
“Ya se había demostrado que tener estos niveles hormonales bajos estaba relacionado con el riesgo de muchos cánceres. Concretamente con el cáncer de colon, pero también del cáncer de mama o de próstata”, señala Neyro.
Recientemente, un estudio publicado revista científica JAMA Network Open, por investigadores del Brigham and Women’s Hospital de Boston, sugería que la suplementación con vitamina D3 en un ensayo clínico aleatorizado con 25.871 pacientes reducía el riesgo desarrollar cáncer avanzado entre adultos sin un diagnóstico de cáncer al inicio.
La exposición solar
Además de la edad, el factor ambiental juega un papel clave asociado al déficit de hormona D. Aunque España sea uno de los países que cuenta con más horas de sol de Europa, los niveles de séricos de los españoles están por debajo de los de otros europeos, como, por ejemplo, los escandinavos.
“En la franja mediterránea, de Girona a Huelva, hay más de 3.500 horas de sol al año. Pero si se revisan los estudios, el 63% de las gestantes en Almería tienen déficit de esta hormona en un momento tan crucial como sus embarazos”, explica el especialista.
¿Y en Canarias? “Si tomamos la población más sana, los jóvenes, y dentro de ellos los estudiantes de Medicina que conocen este tema, el 80 por ciento no llegaban a niveles óptimos por encima de 30 nanogramos/mililitro, que es el límite de normalidad ¿Qué ocurre entonces? Que no podemos seguir confiando en el sol de cara a tener buenos niveles de ‘vitamina D’”, incide.
La solución a esta epidemia silenciosa, según el experto, es la medición periódica de los niveles de la hormona D en sangre y la suplementación vitamínica en caso de ser deficiente.
Excelente Felipe, como todo lo tuyo. Te voy aportar un dato importante de nuestra experiencia en Santo Domingo, te dire que no encontre , ningun paciente con vit D por encima de 30.. un abrazo
Y mira que ahí no hay falta de sol. Clara evidencia de que existen otros factores metabólicos. Un abrazo