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PARTE 1. LA NECESIDAD DE UNA “LIMPIEZA VITAL”

CAPITULO 1. ¿Qué es la Limpieza Vital?

  • Las 5 leyes de la Medicina Natural

Tras analizar las tres leyes en un artículo anterior…

4º. La enfermedad no debe ser suprimida, cortada o abortada, sino encauzada y ayudada, al estimular las reacciones de defensa y facilitando el trabajo a las vías de eliminación (los emuntorios).

Combatir y eliminar los síntomas no hace más que dificultar la curación y perjudicar las perspectivas de salud a largo plazo. Pero, por favor, no caigamos en un planteamiento simplista. Es tan perjudicial para lograr una auténtica curación la fijación irreflexiva en la sintomatología, como el pensar que con “cuatro hierbas depurativas” y prohibir ciertos alimentos lograremos recuperar el equilibrio perdido. Igual de estúpido sería negar la utilidad de algunos de los modernos fármacos o de la cirugía especializada en estados agudos de enfermedad donde la afección del órgano implicado pone en peligro la propia vida y es necesario atajarlo con medios más invasivos (apendicitis, meningitis, miocarditis, etc).

5º. No debemos tratar enfermedades sino enfermos, ya que como señaló el Dr. Eduardo Alfonso “toda campaña contra una enfermedad clasificada es una lucha contra un fantasma”.

Si dejamos el recuerdo histórico y reflexionamos sobre las teorías de médicos y terapeutas contemporáneos de contrastado prestigio, nos encontraremos con conceptos de salud-enfermedad nada alejados de lo que los grandes maestros de hace uno, dos o más siglos afirmaban. Como ya comenté, el eminente Dr. Seignalet afirmaba en su obra “La alimentación o la tercera medicina” que la creciente complejidad de la medicina ha llevado a la mayor parte de clínicos e investigadores de alto nivel a una especialización cada vez más estrecha. Por tanto, no conocen más que algunas facetas de un estado patológico, pero no las otras. Esta visión parcial les impide llegar a una concepción global del problema. El Dr. Eduardo Alfonso (considerado uno de los padres de la Medicina Naturista en España) lo decía de esta otra forma: “La especialización en materia médica es un proceder  poco científico, que solo consigue que le enfermo vaya rebotando de consulta en consulta de especialista, para que uno le cure el hígado, el otro las narices, el otro el pulmón, y a la postre ninguno le cure lo que él quiere que le curen: su organismo todo, y aun todo su ser” (todavía sonrío al pensar en el castizo Eduardo Alfonso hacer esta reflexión con el sarcástico humor que se desprende de sus obras, tan recomendables).

El propio Dr. E. Alfonso promulgaba los baños de asiento, baños de vapor, las compresas en cintura, las cataplasmas, las curas o limpiezas depurativas y, por supuesto, la dieta correcta. La Dra. Kousmine (medica genial, “madre” de la dietoterapia y la micronutrición en Europa) recomendaba la hidroterapia de colon (en su tiempo con lavativas), las plantas depurativas con efecto estimulante de los emuntorios, la regulación del Ph, la alimentación sana y libre de tóxicos, además de otras estrategias (ácidos grasos, antioxidantes, inmunomodulación, oligoelementos, etc).  El Dr. Bernard Jensen centro sus trabajos en la relación entre la salud intestinal y la salud global del individuo y, como todo profesional de nuestro campo sabe, el Dr. Seignalet sustentaba su teoría (de incuestionable eficacia terapéutica) en que la clave de la salud es la alimentación, una buena higiene intestinal y una correcta gestión del estrés.

El Dr. Abram Hoffer, el verdadero “padre” de la terapéutica ortomolecular, fallecido el 27 de mayo del 2009, con 91 años (mientras seguía dando conferencias), declaro: Mis pacientes piensan que yo soy un psiquíatra chiflado porque vienen a mí con problemas mentales y yo los envío a la casa con un régimen alimenticio. Pero con el tiempo se convencen de que es importante. Hoffer coautor de la investigación sobre la genética de la esquizofrenia con el genetista de renombre, Ernst Mayer, fue también el co-descubridor del primer agente reductor eficaz de lípidos, la niacina, vitamina B3. Desarrolló un tratamiento para la esquizofrenia aguda, controvertido entonces, sobre la base de los principios del respeto, el entorno familiar adecuado, la buena nutrición, la medicación apropiada y la suplementación con vitaminas solubles en agua. Es decir, tenía una visión nada reduccionista de la salud, a pesar de su dilatada carrera en la medicina convencional. No era radical en su posicionamiento, como demuestra su declaración hecha en una entrevista en el año 1989, donde dijo que la Psiquiatría Ortomolecular no debería ser interpretada como la negación total del tratamiento psiquiátrico tradicional. Una proporción de los pacientes requerirán un tratamiento ortodoxo, otra proporción obtendrán mayores beneficios a partir de un tratamiento ortomolecular y el resto necesitarán una sabia combinación de ambos.

Me siento identificado plenamente con este planteamiento, llevado al plano del abordaje de la salud y la enfermedad global, no solo de la salud mental. Es más, en algunos de los pacientes que asisten a nuestras consultas de medicina integrativa o complementaria en busca de tratamiento, tardamos poco tiempo en detectar que “no son pacientes para nosotros”, ya que buscan una solución a sus problemas  pero sin tener que realizar cambios en el modo de vida, simplemente quieren cambiar “pastilla roja por pastilla verde” porque le han dicho que hace menos daño o le podrá ayudar más, son personas que no desean reflexionar en positivo sobre lo que deben de cambiar ellas en su vida para lograr salud, prefieren depositar en manos de un médico o terapeuta la responsabilidad de curarse, es más cómodo. Ese tipo de paciente, probablemente, siempre encajará mejor con un médico convencional.

Hasta los controvertidos trabajos de la Dra. Hulda Clark tienen mucho en común con estos diversos planteamientos que he comentado, ya que ella insistía en la importancia de cuidar la alimentación y en la eficacia de realizar periódicamente “limpiezas” de intestino, hígado, riñón y… parásitos. Efectivamente, lo que quizás ha dejado una impronta más personal de los trabajos de la Dra. Clark ha sido la trascendencia que ella le concedía a la presencia de diversos parásitos en la génesis de numerosas enfermedades: áscaris lumbricoides, clonorchis sinensis, echinostoma revolutum, eurtrema pancreaticum, fasciolopsis buski, gastrothylax, paragonimus, plasmodium, strongyloides, etc. Después de dedicar más de dos años a analizar su teoría (incluyendo pruebas y observaciones con pacientes), debo reconocer que creo que resulta casi imposible llevar al plano práctico todas sus recomendaciones, siendo algunas de ellas fácilmente cuestionables (no tanto porque no puedan ser ciertas, sino porque están basadas en la construcción de un sistema muy intrincado y enraizado en métodos de valoración, diagnóstico y terapia tan personales que son difícilmente contrastables con cualquier otro método terapéutico tanto convencional, como no convencional), especialmente por los más ortodoxos.

Reconozco que hay algo importante que le debo personalmente a los trabajos de la Dra, Clark: volver a poner en mi reflexión clínica diaria el papel de los parásitos en la etiología de diversas afecciones. Desde entonces, ya hace más de diez años, he realizado periódicamente, en pacientes donde la sintomatología lo justificaba, el llamado Test de Disbiosis Intestinal, que dicho de manera simple es un coprocultivo avanzado, realizado por un laboratorio especializado, y que arroja datos muy interesantes sobre flora residente normal, flora pasajera, flora enteropatógena, levaduras y hongos, parásitos, enterovirus, etc. También he comprobado que la presencia de algunos parásitos y hongos es menospreciada por muchos clínicos convencionales, resultado esta actitud en un grave problema para el paciente. Me atrevo a hacer esta afirmación, después de registrar un importante número de casos donde la identificación y eliminación de los mismos resulto en la recuperación de la salud del paciente (ver recuadro: “¿Con solo 10 años Fibromialgia?”).

¿Con solo 10 años Fibromialgia?

Hace ya más de 8 años que llegó a mi consulta una familia, cuya hija de 10 años había sido diagnosticada de Fibromialgia y Fatiga Crónica. La niña presentaba dolores musculotendinosos generalizados y no era difícil objetivar dolor en los clásicos puntos utilizados en el diagnóstico de la fibromialgia. A pesar de que el diagnóstico se había realizado en dos hospitales de prestigio nacional, la madre especialmente (Psicóloga Clínica muy perspicaz y reflexiva) no se daba por satisfecha con tan lapidario diagnóstico. El hecho es que su hija no podía ni ir al colegio, por los dolores de espalda, los temblores en las piernas, el cansancio y otros síntomas que hacían su vida muy complicada.  Además, era de terreno alérgico-atópico y presentaba rinitis y asma. Estaba siendo medicada con broncodilatador para esto último, pero para los problemas más importantes, simple y llanamente, no había tratamiento convencional. Aquella niña de preciosos ojos azules parecía condenada a ver cómo pasaba el tiempo sin esperanza.

Por aquel entonces yo empezaba a realizar periódicamente los llamados Test de Disbiosis Intestinal Avanzados. Viendo que hacía unos años había pasado una apendicitis que derivo en peritonitis y observando además que las pruebas realizadas en mi clínica señalaban dos factores causales en el desequilibro de su salud, y uno de ellos era la alteración en el ecosistema intestinal (el otro una actividad enzimática hepática disminuida, clásico también de la FM y otras enfermedades multisistémicas) decidí solicitar esta prueba específica. Mientras tanto instauré, con la colaboración de los padres, unos nuevos hábitos de alimentación (y no es que la niña comiera muy mal) basados en tres premisas básicas: eliminación completa de azúcares rápidos y lácteos (a excepción del yogurt de calidad), cambio de cereales domésticos a cereales salvajes (ver la sección 3 del capítulo 5 “Los cereales: un regreso al origen) y cambio de alimentos procesados por la industria por alimentos naturales y no manipulados. Además, este caso era “modélico” para aplicar la LIMPIEZA VITAL, ya que, como veremos más adelante, intestino, hígado y cerebro, son los protagonistas indiscutibles para la recuperación o mejora de las llamadas Enfermedades Multisistémicas, por lo que también les prepare un PPS (Programa Personal de Salud) con micronutrientes y fitocompuestos específicos.

Entre la primera y la segunda visita llegaron los resultados del Test de Disbiosis Intestinal Avanzado y confirmaron las sospechas. Presentaba 3 alteraciones significativas: La Flora Residente Normal estaba disminuida significativamente (especialmente los bifidobacterium y bacteroides), la presencia de Candida Albicans era muy elevada y se encontraba también presente el parásito Blastocystis Hominis. La importancia de una Flora Residente Normal y los inconvenientes de la Candidiasis mucosal eran bien conocidos para mí, pero sobre el Blastocystis Hominis mi conocimiento era parcial, así que investigue un poco y me llamó la atención que su presencia provoca síntomas que la niña presentaba, aunque no de forma aguda, como nauseas, diarrea y espasmos abdominales (*8).

*8 Algún tiempo después en un congreso, en el que participaba como ponente, surgió el tema de los parásitos en la sección de ruegos y preguntas, y uno de los asistentes, cuya esposa trabajaba en análisis de laboratorio, me confirmó mi sospecha: este parásito está cada día más presente en el intestino de los humanos, aunque no debería ser así, y lo más sorprendente de todo es que se menosprecia dicha presencia y se está empezando a asumir la misma como algo “normal” por parte de clínicos convencionales, mientras no se presenten síntomas asociados.

Por supuesto, no pensé que uno de estos factores por si mismo fuera la causa de su estado, sino que debía de tratarse de la suma de todos ellos lo que había desencadenado su desequilibrio de salud, Una salud que, por otro lado, con 10 años, debería de ser plena y satisfactoria.

Como dije, era una caso modélico para aplicar la LIMPIEZA VITAL, ya que los pilares en los que se sustenta la misma, como veremos más adelante son: la estimulación emuntorial, la detoxificación hepática, la regulación del ecosistema intestinal, el equilibrio de pH, la neutralización de radicales libres y la desparasitación (esto último en caso necesario y no solo se incluye parásitos propiamente dichos, sino también bacterias patógenas y candida albicans en su forma micelar).

Los padres se implicaron al cien por cien y los resultados no se hicieron esperar, en tan solo tres meses la recuperación era evidente y la mejora obtenida en este espacio tan corto motivo a toda la familia a seguir implicada en esta “nueva forma de entender la salud y la enfermedad”, es más, todos en el hogar adoptaron esta manera de relacionarse con los alimentos y su cocinado. Las pruebas posteriores que realizamos confirmaron la mejora en los factores etiológicos tratados, pero lo más satisfaciente para todos fue ver como recuperaba su vida y podía ir al colegio como cualquier niña normal. Sus dolores fueron desapareciendo con el paso de los meses y el cansancio igualmente. La dependencia de los broncodilatadores pasó a ser una utilización muy puntual y probablemente por el hecho de que su perfil constitucional es muy alérgico. Tal como explico a los pacientes con alergias perennes, podemos lograr el equilibrio, pero el perfil o terreno alérgico es como el color de los ojos, no se puede cambiar, solo se puede mantener en equilibrio.

La última vez que vi a la paciente, hace unos tres años, era una bonita chica de unos quince años, a la  que, aunque no llevaba la alimentación al cien por cien como establecimos en el pasado (es muy difícil que sea así en la época adolescente), nadie tendría que convencerle jamás de la efectividad terapéutica de hacer una alimentación sana y una Limpieza Vital. Realiza deporte regularmente y lleva una vida normal.

Si bien es cierto que sobre los factores desencadenantes de la Fibromialgia no termina de haber consenso internacional, algunas cosas parecen claras, como el fallo en la actividad o en el metabolismo de la serotonina (neurotransmisor vital que ayuda a conciliar el sueño, mantener un buen estado de ánimo y equilibra la percepción del dolor). Esto ha llevado a muchos clínicos a utilizar los ISRS (fármacos antidepresivos inhibidores de la recaptación de la serotonina) con resultados irregulares y nunca perdurables. Sin embargo, la duda persiste, ¿por qué se produce tal alteración? ¿es realmente este desajuste en la neurotransmisión un factor causal o solo es una manifestación más de un desarreglo bioquímico  anterior?… Probablemente todos coincidiremos en afirmar que hubiera sido una equivocación tratar a esta niña con antidepresivos, e incluso podemos asegurar que ella no presentaba todavía alteraciones en el metabolismo de la serotonina.

Mi humilde opinión, que desarrollaré en el capítulo 3 de esta obra, es que antes de que se produzca un fallo en la neurotransmisión que afectará al sueño y al estado de ánimo, de los pacientes con Fibromialgia, debe existir una alteración enzimática que predispone a la enfermedad. Esta alteración enzimática se da casi siempre en una perfil constitucional concreto (que explicaré), y cuando se une a ciertos factores medioambientales desencadena un cuadro que ha venido a denominarse Fibromialgia. Después de haber tratado a más de 500 pacientes con este diagnóstico previo, estoy convencido de que bajo la “etiqueta” de esta enfermedad multisistémica (como yo prefiero llamarla) se encuentran diferentes variantes, donde los factores desencadenantes pueden no ser siempre los mismos, pero donde siempre hay un factor enzimático alterado común, es lo que he venido a denominar en mis conferencias: “el factor oculto”. Dependiendo de lo arraigado que este dicho factor, es decir, la antigüedad de la alteración y de lo medicado que esté, el resultado puede ser muy bueno (con remisión completa de síntomas), bueno (con una mejora notable de la sintomatología, hasta poder llevar una vida normal) o limitado.

Continuará…