Seleccionar página

Glifosato

Si alguna vez hemos tenido que fumigar para matar malas hierbas o hemos contratado a un jardinero para que lo haga, lo más probable es que utilizara el Glifosato, ya que es el herbicida más utilizado en el mundo. Los jardines y parques de nuestras ciudades, así como los campos de cultivo que necesitan que se eliminen sus malas hierbas han sido durante décadas fumigados con este herbicida.

Desde hace ya décadas que asociaciones de campesinos y algunos investigadores estaban alertando sobre el efecto tóxico de este químico, pero solo muy recientemente la OMS, mediante un comunicado emitido el 20 de marzo del 2015, ha reconocido que puede ser cancerígeno en humanos.

La OMS se ha hecho eco del estudio realizado por La Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC, que depende de la OMS) que dedicó todo un año a investigar el efecto que varios insecticidas y herbicidas, entre ellos el glifosato, causan en la salud. En dicho informe ser recoge que; “Hay pruebas convincentes de que el glifosato puede causar cáncer en animales de laboratorio y hay pruebas limitadas de carcinogenicidad en humanos (linfoma no Hodgkin). También causa daño en el ADN y en los cromosomas de las células humanas”. Más claro “agua”. No obstante, su fabricante, el “todopoderoso Monsanto” rápidamente comenzó una campaña para desacreditar dicho estudio, afirmando incluso que “pedirían explicaciones” (*9). Afortunadamente, el estudio está publicado y sus conclusiones también.

El IARC-OMS recuerda que, en estudios con ratones, la Agencia de Protección Ambiental (EPA) de Estados Unidos había clasificado al glifosato como posible cancerígeno en 1985 pero luego (1991) modificó la calificación (sería interesante conocer el motivo real de este cambio). Los científicos del IARC consideran que, desde la reevaluación de la EPA hasta la fecha, hubo “hallazgos significativos y resultados positivos para llegar a la conclusión de que existen pruebas suficientes de carcinogenicidad en animales de experimentación” y afirman que estudios en personas reportaron “incrementos en los marcadores sanguíneos de daño cromosómico” después de fumigaciones con glifosato.

La IARC también alerta de que el glifosato es el herbicida de mayor uso mundial. Se utiliza en más de 750 productos diferentes para aplicaciones agrícolas, forestales, urbanas y en el hogar. Su uso se ha incrementado notablemente con el desarrollo de variedades de cultivos transgénicos y admite que “ha sido detectado en el aire durante la pulverización, en agua y en los alimentos”.

(*9) A partir del avance transgénico, aumentó geométricamente el uso del glifosato, desarrollado y comercializado inicialmente por Monsanto desde la década del ’70, aunque en el 2000 se venció la licencia y en la actualidad lo producen un centenar de empresas.

http://www.iarc.fr/en/media-centre/iarcnews/pdf/MonographVolume112.pdf

http://www.thelancet.com/journals/lanonc/article/PIIS1470-2045%2815%2970134-8/abstract

El IARC trabaja sobre cinco categorías de sustancias que tienen relación con el cáncer. El “Grupo 2A” es la segunda categoría en peligrosidad, sólo superada por “Grupo 1”, donde se ubican, por ejemplo, el asbesto y la radiación ionizante. Con esta ubicación clasificatoria del glifosato se le está considerando tan perjudicial como el PCB (compuesto químico que se usaba en los transformadores eléctricos) y el formaldehido, ambos miembros del Grupo 2A en cuanto su capacidad de generar cáncer en humanos. Y ¿quién en su sano juicio negaría hoy en día la nocividad de los PCBs y el formaldehido?

Lamentablemente, durante décadas la OMS se negaba a pronunciarse sobre el tema, pasando por alto miles de casos de personas que se han visto afectadas por el glifosato y que han padecido enfermedades como el cáncer, abortos espontáneos o malformaciones. Asociaciones de afectados (especialmente agricultores) coinciden en lamentar que la OMS haya tardado tanto tiempo en llevar a cabo estas investigaciones porque se podrían haber salvado muchas vidas.

Desgraciadamente, mientras reviso esta sección del libro, leo con estupor en La Vanguardia, con fecha 29/06/2016 que La Comisión Europea ha confirmado este miércoles 29 de junio su decisión de renovar el permiso de utilización del polémico herbicida glifosato por un nuevo periodo de 18 meses, es decir, hasta el 31 diciembre de 2017.

Entre otras cosas el artículo menciona:

La renovación de la autorización en la UE de este principio activo ha levantado una importante polémica y la oposición de la mayor parte de las organizaciones ecologistas, una vez que la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC), dependiente de la OMS, incluyó -en marzo de 2015- al glifosato en la lista 2A, de productos o agentes que probablemente provocan cáncer en humanos (ver artículo en La Vanguardia Natural).

Por el contrario, un informe de la Reunión Conjunta FAO/OMS sobre residuos de plaguicidas (JMPR por sus siglas en inglés) concluyó que es “improbable” que los usos actuales de glifosato en agricultura suponga un riesgo de cáncer para humanos a través de la exposición a la dieta. De forma parecida, la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ha considerado que es poco probable que el glifosato provoque cáncer en humanos.

Se debe recordar que la capacidad herbicida del glifosato fue descubierta en 1970 por John E. Franz, trabajando en Monsanto. El glifosato es el principio activo del herbicida Roundup (nombre comercial de la gama de productos de la empresa Monsanto, cuya patente expiró en 2000) y muchos otros productos comercializado por otras compañías para usos agrícolas y de jardinería.

Greenpeace pide en concreto la prohibición de los usos no profesionales dentro o cerca de parques públicos, zonas de juegos infantiles, jardines y en el uso de prácticas de desecación o para adelantar la cosecha de los cultivos.

La directora de política alimentaria de la UE de Greenpeace, Franziska Achtererg, ha criticado que la UE ha decidido ampliar el uso del glifosato “sin ninguna restricción significativa, a pesar de las advertencias de la OMS” sobre su probable relación con el cáncer.

“Monsanto insta a la Comisión Europea que presente sin más retrasos indebidos una propuesta para una renovación completa [del glifosato] dentro del marco regulador. Durante los próximos meses, nos relacionaremos con los Estados miembros y otros actores involucrados en este proceso para entender sus preocupaciones, responder a sus preguntas y compartir más información acerca de la larga historia de uso seguro de glifosato”, afirma Philip W. Miller en su nota oficial.

Y LAS COSAS NO MEJORAN…

Mientras continúo escribiendo esta obra recibo la triste noticia  de que la Unión Europea “niega que el glifosato sea cancerígeno y renueva 10 años su licencia”. Lamentable. Parece ser que todo comienza en EE.UU. cuando Jess Rowlands, antiguo director del comité asesor en materia de carcinógenos de la Agencia de Protección Medioambiental (EPA) de Estados Unidos, decide intervenir. Pues bien, resulta que Rowlands, cuyo nombre consta en más de 20 demandas, habría asegurado a Monsanto que intentaría bloquear una investigación del gobierno estadounidense sobre el pesticida de la discordia, según ha podido leer The Guardian documentos judiciales.

“Si puedo matar este asunto, deberían darme una medalla”, escribió por mail Rowlands a Dan Jenkins, de Monsanto. A su turno, Jenkins dijo que Rowlands “podría ser útil en la defensa del glifosato”.

Además, según el periódico británico, Rowlands tuvo una videoconferencia con la agencia europea en septiembre de 2015 y 6 semanas más tarde la agencia usó una razón que Rowlands arguyó en su momento para rechazar un estudio de 2001 que evidenciaba el aumento de casos de cáncer en ratones expuestos al glifosato, que era el empleo de un tipo de ratones inadecuado para el estudio.

Parece que ésta también fue la causa para que la Organización Mundial de la Salud hiciera un donde dije digo, digo Diego y concluyera que el pesticida era seguro justo un año después que hiciera saltar las alarmas por su potencial peligrosidad y por la denuncia de los afectados de linfoma que relacionaban directamente al glifosato como causa de su padecimiento.

En el Parlamento Europeo se debaten posturas contrarias y diferentes entidades, entre ellas Greenpeace, previenen sobre lo nocivo de que Monsanto pudiera haber interferido en el asesoramiento de una regulación de seguridad, vital para la salud de millones de personas. Y yo me pregunto, ¿es que acaso alguien duda de que si pudiera hacerlo lo haría?. Hablaremos de esta “monjita de la caridad” en la última parte de este libro.

http://www.playgroundmag.net/food/glifosato-Europa-licencia-pesticida-cancerigeno_0_1980401959.html

El caso especialmente sangrante de la agricultura Argentina y el glifosato

Uno de los principales fenómenos emergentes en Argentina, desde la década de los años noventa, ha sido la superlativa extensión del monocultivo de soja transgénica. Los testimonios de los pueblos afectados evidencian la poca información y conciencia de los productores y las instituciones gubernamentales en los problemas generados por la apuesta a un cultivo “rentable” y hegemónico en la agricultura argentina, en detrimento de la protección del medio ambiente y de la salud humana.

Encontramos un magnífico informe redactado por el no gubernamental Grupo de Reflexión Rural (GRR), donde se describen casos de cáncer en edades tempranas, malformaciones congénitas, lupus, problemas renales, enfermedades respiratorias y dermatitis en aumento, basado en testimonios de médicos rurales, especialistas y habitantes de decenas de localidades del interior país. El GRR realiza desde hace una década una campaña para identificar los pueblos afectados por la fumigación con glifosato, que es perfectamente tolerado por las variedades de soja transgénica plantadas en Argentina, pero que elimina toda especie vegetal que no sea la oleaginosa. Cuando es rociado desde aviones, la forma más eficiente de aplicación, la deriva cae sobre zonas pobladas, dice el informe «Paren de fumigar» (GRR).

Cincuenta por ciento del área agrícola Argentina está ocupada por soja transgénica, y en el área central de Córdoba la proporción supera 80 por ciento. Argentina produce unos 50 millones de toneladas de soja transgénica que exporta a China e India. Y, según datos oficiales, se requieren cerca de 300 millones de litros de glifosato por año para pulverizar los campos. Dada la simplicidad de su cultivo (mucha producción sin “competencia”) y el aumento de la demanda en mercados asiáticos, la soja transgénica se extendió de manera implacable desde mediados de los años 90 a expensas de otros cultivos, de la ganadería y de los bosques. Pero no fue solo diversidad agrícola y natural lo que se perdió, sino que las zonas verdes de cultivos familiares, las pequeñas granjas para autosuministro y las plantaciones de frutales, fueron poco a poco desapareciendo, desplazados por la leguminosa y dejando a los habitantes de estas zonas expuestos a los daños de la fumigación aérea. Un verdadero desastre, ecológico y humano.

El glifosato es también principal ingrediente de las fumigaciones áreas que se practican contra plantaciones ilegales de coca en Colombia, y su uso en zonas fronterizas con Ecuador ha dado lugar a denuncias de este país por daños a la agricultura y a las personas.

El glifosato es el componente activo del herbicida Roundup, patentado por la corporación Monsanto, que lo vende junto con su semilla transgénica de soja Roundup Ready. La empresa ha negado que, en condiciones adecuadas de uso, el producto sea nocivo para la salud humana… ¿ironía?, ¿desvergüenza?, ¿codicia?, ¿crímenes contra la humanidad?… el tiempo dirá, pero seguramente lo dirá… tarde.

Fuentes:

http://www.grupodereflexionrural.com/

http://www.choike.org/nuevo/informes/7061.html