Una de las postales más icónicas de Zanzíbar es The Rock, un restaurante italiano situado en la costa occidental de la isla -en la playa Kijiweni-, a escasos kilómetros de Michamwi. Su encanto no reside en su carta ni en el número de Estrellas Michelín que atesora su chef, su hechizo está en su espléndida ubicación. Y es que The Rock se encuentra emplazado sobre una enorme roca de coral y rodeado por las aguas turquesas del océano Índico.
Cuando la marea está baja es posible acceder al restaurante caminando por la arena, pero cuando la marea sube la única forma de alcanzarlo es en barca. Por cierto, de las doce mesas con las que cuenta el local la mejor es la número 2, aunque todas ellas se encuentran bajo la makuti, la típica construcción isleña realizada con techos de hoja seca de cocotero y madera de coco.
Cuarto productor mundial de algas
No muy lejos de allí se encuentran las playas de Paje, en las que la mirada se pierde en el horizonte, siendo tan solo interrumpida por mujeres empoderadas: las granjeras de algas. Mujeres, porque son ellas y solo ellas, las que se dedican a la recolección y venta de las algas.
Tienen que trabajar en unas condiciones laborales muy duras: constantemente agachadas, bajo un sol abrasador, con su khangas (paños tradicionales) y el agua a media cintura, para luego llevar bolsas de hasta 30 Kg de peso sobre la cabeza.
En cuanto a producción mundial de algas marinas se refiere, Zanzíbar ocupa un honroso cuarto lugar, después de China, Corea del Sur y Japón. Se calcula que en estos momentos hay unas 23.000 mujeres dedicadas en el archipiélago de Zanzíbar al cultivo y venta de las algas. Un sector que, tras el turismo, es el motor de la isla.
Enorme valor nutricional
Desde un punto de vista nutricional las algas son ricas en proteínas, fibra dietética, minerales y vitaminas, al tiempo que destacan por su bajo poder calórico. En las algas rojas se encuentra el aminoácido taurina, que participa en numerosos procesos fisiológicos y que desempeña un papel importante en el desarrollo ocular y del sistema nervioso.
El contenido en minerales de las algas es elevado, en donde se incluyen, además de sodio, potasio, cloro o fósforo, el calcio y el yodo. Se calcula que algunos tipos de algas pueden tener hasta diez veces más calcio que la leche.
En cuanto a las grasas, tienen un bajo contenido, siendo los lípidos poliinsaturados de cadena larga los que se encuentran en mayor proporción. El consumo de estos ácidos grasos –a los que pertenecen los omega 3– se relaciona con un menor riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares.
Las algas contienen, además, una elevada concentración de hidratos de carbono y una proporción considerable de fibra dietética, sin que existan diferencias notables entre las algas rojas y las pardas.
Además de los componentes nutritivos, las algas contienen compuestos bioactivos con elevada capacidad antioxidante, como pueden ser los carotenoides y los polifenoles. Sus pigmentos naturales proporcionan a las algas un efecto antioxidante, anticancerígeno, antiinflamatorio, neuroprotector y preventivo de la osteoporosis.
En definitiva, la calidad nutritiva de las algas marinas, junto al alto contenido de compuestos bioactivos con efecto saludable son dos razones de peso para aumentar el protagonismo de este superalimento en nuestra cocina.
Fabricación de jabones y dentífricos
En las costas de Zanzíbar las algas marinas se cultivan en criaderos marinos llamados mwami en los que se cosechan unas 12.000 toneladas anuales. Las dos principales variedades de alga de estos criaderos son cottonii (Eucheuma cottonii) y spinosum (Eucheuma spinosum), las cuales se secan, se trituran y se incorporan a los jabones.
El cultivo de las algas cottonii es de los más rentables ya que tiene la capacidad de aumentar su masa corporal diez veces en periodos de tiempo no superiores a los sesenta días. Son ampliamente utilizadas para la producción de carragenano, una mezcla de polisacáridos con la que se elabora cosméticos, alimentos (lácteos, gelatinas, embutidos, carne…) y que tiene importantes aplicaciones industriales.
Biodiversidad marina
Desde las playas de Paje es posible contratar los servicios de algún lugareño para que, con su barca, nos lleve a un arrecife para hacer snorkel. El viaje no se prolonga más allá de diez minutos y, con asombrosa facilidad, es posible observar toda su colorida vida marina: desde el pez ángel emperador hasta el pez piedra, pasando por el pez trompeta y los peces cebra.
Los colores vistosos del pez ángel emperador no dejan indiferente a nadie: una máscara negra que se extiende desde los ojos al tronco, un cuerpo amarillo de rayas azules, una cola amarilla y una aleta de color violeta. Una especie emparentada es el pez ángel de tres manchas, de coloración amarilla en casi su totalidad, un oscurecimiento en la frente y unos llamativos labios de color azul claro. Por su parte, el pez piedra utiliza el camuflaje para pasar desapercibido tras posarse entre pedazos de coral o semienterrado en la arena, dejando al descubierto únicamente la parte superior de su cabeza.
El pez trompeta es fácilmente reconocible por su cuerpo delgado y su hocico alargado, que se asemeja al instrumento musical. Para finalizar, desde hace años la comunidad científica ha puesto su lupa en los peces cebra, ya que son capaces de regenerar la totalidad de su musculatura cardiaca tras sufrir un infarto.
Referencias:
- Kris-Etherton P M, Grieger J A, Etherton T D. Dietary reference intakes for DHA and EPA. Prostag Leukotr Ess 2009; 81: 99 – 104. 28.
- Hibbeln J R, Nieminen L R, Blasbalg T L, Riggs J A, Lands W E. Healthy intakes of n-3 and n-6 fatty acids: estimations considering worldwide diversity. Am J Clin Nutr 2006; 83: 1483 – 93. 29.
- Simopoulos A P. The importance of the ratio of omega-6/ omega-3 essential fatty acids. Biomed Pharmacoth 2002; 56: 365 – 79
https://www.muyinteresante.es/salud/61308.html