Un grupo internacional de investigadores de Canadá, Países Bajos y Estados Unidos se propuso indagar la manera en que el estrés influye en la memoria, a través de un estudio con ratones. La neurocientífica Sheena Josselyn, del Hospital para Niños Enfermos de Toronto (Canadá), y sus colegas analizaron la alteración en la formación de engramas, que son un conjunto de neuronas activas que codifican los recuerdos, y se enfocaron en la zona del cerebro denominada amígdala.
En principio, los científicos sometieron a los ratones a una situación de estrés al inyectarles la hormona corticosterona o sujetarlos en un tubo pequeño durante media hora. Luego, tanto los ratones bajo estrés como los que estaban en condiciones normales, fueron puestos en una cámara en la que se reprodujo un sonido de tono medio por 30 segundos, lo cual es un evento neutral.
Los roedores descansaron por un momento y, después, se volvieron a ubicar en la cámara, donde sonó un silbido agudo también por 30 segundos y “terminó con una descarga de dos segundos en la pata, para imitar un evento aterrador”, según describe la revista científica Nature.
Los investigadores llevaron a los ratones a un nuevo entorno, en el cual reprodujeron ambos tonos para observar la manera en que los animales respondían. Aquellos que no habían sido sometidos a estrés, se paralizaron únicamente al escuchar el silbido agudo, mientras que a los que se les inyectó o activó la hormona corticosterona, se congelaron ante los dos sonidos. Esto sugiere que los ratones estresados no distinguen entre los eventos neutrales y los que realmente suponen una amenaza.
“El estrés, actuando a través de la corticosterona, aumentó la densidad de conjuntos de engramas que respaldan una memoria de amenazas en la amígdala lateral, y este conjunto de engramas se reactivó tanto por señales de recuperación específicas como no específicas (memoria de amenazas generalizada)”, señala el artículo de investigación publicado en la revista Cell.
Los científicos hallaron que en la memoria de los roedores en calma, se formaban engramas pequeños en respuesta al silbido y a la descarga, y solo se reactivaron bajo ese sonido. En cambio, los ratones estresados formaban engramas más grandes que aparecían de nuevo ante ambos tonos.
Bajo condiciones normales, determinadas neuronas en la amígdala bloquean la actividad neuronal a través de mensajeros químicos queso conocen como ácido gamma-aminobutírico (GABA), lo cual genera que se cree un recuerdo negativo ante
Experimentos posteriores revelaron la cadena de eventos en el cerebro que creaba el engrama más grande en ratones estresados. En condiciones normales, neuronas específicas en la amígdala bloquean la actividad neuronal mediante la liberación de mensajeros químicos. “Es como una cinta en la puerta de una discoteca: solo permite la entrada a ciertas neuronas”, cita Nature a Josselyn.
Sin embargo, bajo estrés, las neuronas excitatorias permean al cerebro con un neurotransmisor llamado endocannabinoide que, junto a los receptores de glucocorticoides, les impide liberar GABA. Esto resulta en engramas más grandes; es como si la cinta de la discoteca cayera “y muchas neuronas pudieran entrar en ese club exclusivo”, dice Josselyn.
“Estos hallazgos ofrecen información sobre las alteraciones de la memoria inducidas por el estrés, lo que ofrece posibles vías terapéuticas para los trastornos relacionados con el estrés”, se lee en el artículo. Y es que el equipo logró bloquear los receptores de glucocorticoides o la producción de endocannabinoides por medio de dos medicamentos, uno de ellos la mifepristona.
Así, pudieron revertir los efectos del estrés en la formación de la memoria, aunque los científicos advierten que los medicamentos pueden tener efectos secundarios más allá del cerebro y que funcionan solamente al administrarlos cuando se está formando el recuerdo, por lo que podrían ser poco útiles para las personas. El equipo continúa investigando si los engramas pueden cambiar tras la formación del recuerdo o si se pueden mitigar los efectos del estrés en la memoria.
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