Bisfenol-A (BPA)
Este monómero químico, componente básico de los plásticos policarbonados, está presente en una innumerable cantidad de artículos vinculados directamente a la industria alimentaria: envases plásticos, biberones, latas de conserva, botellas para agua, etc. En septiembre de 2008, un estudio publicado en el Journal of the American Medical Association señaló que aquellas personas con un mayor nivel de BPA en el organismo tenían un mayor riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2 y anormalidades en las enzimas hepáticas. Un informe elaborado en 2010 por la FDA (Administración de Alimentos y Fármacos) de Estados Unidos despertó una mayor conciencia con respecto a la exposición de fetos, bebés y niños pequeños (Update on Bisphenol A for Use in Food Contact Applications: January 2010) En Junio del 2011 la Unión Europea prohibió el BPA como ingrediente en los biberones de plástico. A los pocos días la industria fabricante de los mismos ya tenía en el mercado una alternativa “más saludable” (me pregunto, por qué no hicieron disponible la alternativa antes).
A inicios del 2013 la Agencia Nacional de Seguridad Sanitaria de Francia (Anses) publicó uno de los informes más alarmantes respecto al BPA, en el que asegura que puede ser altamente dañino para las generaciones venideras. El Senado francés declaró ilegal el compuesto al ser considerado como perjudicial para la salud, una medida refrendada por la Asamblea Nacional. El estudio francés también señala cuáles son las principales fuentes de contagio del componente. La primera es la dieta, que supone el 84% de la exposición al BPA de la mujer embarazada. De ese porcentaje, alrededor de la mitad pertenece a la resina epoxi que se obtienen de la reacción del bisfenol A con epiclorohidrina, que suelen estar presentes en un gran número de botes o envases en los que se comercializan los alimentos. Esto también ocurre con el agua embotellada. Sin embargo, se desconoce de dónde proviene entre el 25 y el 30% del BPA presente en los organismos de las mujeres analizadas. Debido a que forma parte de los plásticos policarbonados, el compuesto también puede ser encontrado en coches, aviones, gafas, utensilios médicos o barnices.
Que el BPA es un disruptor endocrino, capaz de causar desequilibrios hormonales y por ende cáncer hormonodependiente, parece que ya no es discutible. Lo que la administración sigue discutiendo es “qué cantidad es tolerable”. Los efectos tóxicos del BPA son persistentes por varios motivos, primero, por tratarse de un compuesto omnipresente, como ya dije, en infinidad de recipientes y envases de plástico; y segundo, por tratarse de un tóxico lipofílico (se acumula en el tejido adiposo) del que nos cuesta desprendernos. Podemos encontrar presencia de BPA en la orina del 96% de los niños de 4 años y en el 91% de las embarazadas en el tercer mes de gestación. Como ha enfatizado en innumerables ocasiones el Dr. Nicolás Olea, del Hospital Clínico de Granada, el problema es que durante la lactancia la madre se liberará de este y otros muchos tóxicos lipofílicos, pero el lactante los recibirá (obviamente esto no es justificación para denostar la imprescindible lactancia materna, una vez puesto en la balanza pros y contras).
Precisamente el Dr. Nicolás Olea publico en Environment International su trabajo de investigación en el que se analizaron 29 muestras de agua embotellada, donde encontraron, en 26 de ellas, disruptores endocrinos. Dado que la razón por la que no se encontró en las otras 3 fue que su envase era de cristal, todo parecía indicar que la presencia de disruptores endocrinos era debida al plástico del envase de las otras 26. Un 79’3% de dichas botellas presentaban actividad estrogénica, un 37% actividad antiestrogénica y un 27% androgénica.
Al entrevistarle al Dr. Olea sobre dicho trabajo, en la revista Discovery Salud, explicó que hace ya unas décadas se retiró del mercado un fármaco que se usaba para disminuir el riesgo de aborto en mujeres embarazadas, el dietilestilbestrol, tras comprobar que las hijas de las madres tratadas con el desarrollaban cáncer de vagina entre los 20 – 22 años, pero poca gente sabe que otra sustancia muy similar, el isopropilidenebisfenol, presenta un comportamiento proestrogénico muy similar, y que es la base de los plásticos más populares, como comenté, los policarbonatos y el epoxi. ¿Qué sustancia química es esta?… ¡el Bisfenol A! que nos ocupa en este capítulo. Olea cita, entonces, un dato contundente, en una sola fábrica del Levante español se producen al año 500 millones de kilos de BPA, siendo utilizados para elaborar multitud de artículos cotidianos: biberones, CDs, bolígrafos, máquinas de café, piezas de automóviles e incluso el interior de las latas de conserva… La revista DS le preguntó entonces sobre la instancia del Parlamento Europeo a la Comisión de tomar medidas sobre el BPA hacía ya dos años, a lo que el científico respondió claramente que a la Comisión parece interesarle más otras cosas, como que salga adelante el Tratado de Libre Comercio. Que por cierto, y esto lo añado yo, dicho tratado será una manera muy eficaz de aumentar los dividendos de multinacionales sin escrúpulos que verán la puerta abierta a poder mandarnos toda la mierda que quieran en sus productos, eso sí “con un precioso lacito”.
Cuando al doctor Olea se le pregunta finalmente en la mencionada entrevista sobre su frustración porque la administración española hace caso omiso de tantos trabajos serios publicados por el y sus colaboradores sobre el impacto en la salud de los xenobióticos, particularmente los disruptores endocrinos, contesto literalmente: “Al principio me decía: ‘¡Este trabajo va a tener un impacto enorme!’. Pero ¡qué va!. Lo ignoran. Hoy no les hace falta impedir que se investigue o publique algo. Nosotros publicamos en revistas peer review de primera categoría; tenemos más de trescientos papers de alta calidad en Pubmed. Y ni caso. Hoy día nos prestan más atención los daneses y franceses que nuestros propios compatriotas. Mire, nadie de la Administración española nos ha pedido una sola lectura crítica o un asesoramiento. Nunca. Y sin embargo el Gobierno Francés me llama cada seis meses para evaluar proyectos”
Para entender bien el impacto en la salud de dichos disruptores endocrinos, deberás, estimado lector, dar atención a la sección “’Acercando la lupa’ a los disruptores endocrinos” que presento al final de esta sección.
Continuará…