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«Del fracaso se aprende, del éxito no mucho». Aunque no estemos preparados para escuchar frases como estas, necesitamos hacerlo de vez en cuando. 

Hoy en día, el fracaso nos frustra a tal punto que pensamos que repercute negativamente en nuestra salud mental. Pero en realidad los fallos son los que impulsan los mecanismos que usa el cerebro para aprender, crecer, y controlar ciertos problemas de salud mental como el estrés, la ansiedad o la depresión. 

Así que, por duro que resulte decirlo, es importante aceptar el fracaso y aprender de él.

Fracasar o no fracasar, ¿por qué existe este dilema?

Desde el principio de los tiempos se ha dicho que el fracaso es “malo” y el éxito es “bueno”. Esto debido a que a los humanos no se nos vacuna para aceptar los errores, más bien se nos premia solo por los logros realizados. Sin embargo, los problemas existen y vamos a encontrarlos sí o sí: un primer rechazo en el trabajo, un desengaño amoroso, problemas familiares, etc.

Aquí es donde se vuelven importantes los fracasos, desde el punto de vista psicológico. 

Cuando fallamos, la reacción intensa que sentimos durante un par de minutos activa la corteza prefrontal, que organiza nuestros pensamientos, y el ganglio basal, que está asociado con el control motor, la cognición y las emociones. Esto hace que imaginemos nuevas formas de afrontar los problemas en el futuro, por eso se dice que “fracasar no es lo mismo que fracaso”.

Ambas regiones en el cerebro juegan un papel clave en el aprendizaje y la memoria, ya que están vinculadas con la plasticidad neural, la habilidad del cerebro para responder ante la experiencia. Así que, el fracaso es necesario para nuestra salud mental.

De hecho, muchos fracasos se han convertido en grandes heroicidades. Como por ejemplo el Apollo XIII, cuyo objetivo era pisar la Luna pero, al no lograrlo, la misión se transformó en una aventura de supervivencia personal. O el trágico vuelo de la Fuerza Aérea Uruguaya a Chile que, al estrellarse en los Andes, se convirtió en una historia de humanidad.

Lo que queremos decir con todo esto es que fracasar es importante, y eso está bien.

Cómo aprender del fracaso

Hay una idea irracional que se suele repetir, y es que todos los problemas tienen que tener sí o sí solución. Si no, seremos infelices y sufriremos por el resto de nuestras vidas.

Sin embargo, ese no siempre suele ser el caso. Un fracaso laboral se puede corregir, por ejemplo, pero un problema familiar por culpa de una enfermedad no. Así que es importante aprender a tolerar esos errores.

¿Cómo? Los expertos han dejado algunas recomendaciones que podrían ayudarnos a pensar en los fracasos como algo positivo.

  • Primero, debemos reconocer y aceptar que la incertidumbre existe y no tenemos poder sobre todas las cosas. Por lo tanto, no somos culpables de todos nuestros fracasos.
  • Luego, buscar ideas alternativas al problema para ver si se puede resolver o no.
  • Además, deberíamos fortalecernos en habilidades, hacer un curso de crecimiento personal que nos enseñe formas de interpretar mejor de la realidad.

Y finalmente, lo más vital, tenemos que cambiar nuestra mentalidad ante el fracaso. 

Si tenemos un jefe que nos hace la vida imposible, no es bueno pensar que nos odia o que somos malos empleados. En su lugar, podemos suponer que el jefe es así porque nadie lo ha querido y no ha tenido el trato de sus padres, por lo que tenemos que ayudarlo siendo más productivos. 

Lo importante aquí es que, aunque históricamente sea malo fracasar, en el día a día es una parte importante de nuestro desarrollo mental. Después de todo, ¿cómo podemos controlar la frustración si no la experimentamos al ser rechazados en el trabajo? ¿O cómo podríamos superar nuestros miedos sin saber lo que es perder algo?

Referencias:

Por qué fracasar a veces es bueno para nuestra salud mental https://www.infosalus.com/salud-investigacion/noticia-fracasar-veces-bueno-salud-mental-20230227082513.html

Neural circuitry involved in quitting after repeated failures: role of the cingulate and temporal parietal junctionhttps://doi.org/10.1038/srep24713

¿Por qué es bueno fracasar? La respuesta está en nuestra salud mental