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La lucha contra la enfermedad del Alzheimer es una especie de montaña rusa. Aún siendo la principal causa de demencia en el mundo, todavía se desconoce su origen. La buena noticia es que los intentos de la ciencia por poner coto a su progresión son cada vez más atinados y, poco a poco, se descubren qué factores de nuestro estilo de vida protegen al cerebro de padecerla.

La alimentación ha demostrado ser útil para frenar el riesgo de desarrollar alzhéimer y, de manera reciente, un estudio publicado en Neurology, la revista médica de la Academia Americana de Neurología, ha desvelado cuáles son las dos mejores dietas para prevenir la demencia y proteger al cerebro de trastornos neurodegenerativos. ¿Lo mejor? Ambas son patrones alimenticios propios de España.

El estudio, llevado a cabo por investigadores de la Universidad RUSH en Chicago, halló una importante asociación entre seguir la dieta MIND o la dieta mediterránea y tener un menor número de placas amiloides y ovillos de tau en el cerebro, dos de las características propias de la enfermedad del Alzheimer.

¿Qué son las placas y los ovillos del Alzheimer?

Investigaciones anteriores demuestran que la enfermedad de Alzheimer afecta profundamente a dos tipos concretos de proteínas del cerebro. La primera se llama beta-amiloide. Cuando una persona tiene alzhéimer, esta proteína que se produce de forma natural, cambia su conformación y se vuelve «pegajosa». Esto hace que formen grumos o placas en el cerebro. Más concretamente, se acumulan entre las neuronas, interrumpiendo la comunicación entre ellas.

La segunda proteína afectada negativamente por la enfermedad de Alzheimer es la tau. Esta se encuentra de forma natural en el interior de las neuronas y las ayuda a mantenerse rectas. Cuando una persona tiene Alzheimer, pueden acumularse cantidades anormales de proteína tau en el interior de las neuronas. Así, se forman una especie de ovillos que bloquean el sistema de transporte de las neuronas.

Las mejores dietas para la enfermedad de Alzheimer

Para este trabajo, el equipo de la doctora Puja Agarwal, profesora en el Departamento de Medicina Interna y Epidemióloga nutricional en el Centro de Enfermedades de Alzheimer de la Universidad RUSH, analizó los beneficios potenciales de la dieta MIND y la dieta mediterránea en personas con la enfermedad de Alzheimer. Son patrones dietéticos muy similares, pero entre ambas existen algunas diferencias.

La dieta mediterránea se centra en el consumo de frutas y verduras, legumbres, cereales integrales, aceite de oliva, frutos secos y cantidades moderadas de aves, marisco y vino tinto. Las personas que siguen la dieta mediterránea consumen muy pocos productos lácteos y carne roja. Tampoco consumen alimentos muy procesados, aceites hidrogenados, bebidas azucaradas ni postres.

Por otro lado, la dieta MIND está especialmente diseñada para promover la salud del cerebro. Se basa en el consumo de verduras de hoja verde (como las espinacas, las acelgas o la col rizada), da prioridad a las bayas (arándanos o frambuesas) frente a otras frutas, recomienda comer frutos secos, aceite de oliva, pescado y aves, legumbres, cereales integrales y beber no más de un vaso al día de vino tinto o blanco. Las personas que siguen la dieta MIND deben evitar la mantequilla y la margarina, el queso, la carne roja, los postres procesados azucarados y los alimentos fritos.

Durante el estudio, los investigadores dieron «puntos» a las personas que más se habían ajustado a las dietas mediterránea y MIND y otorgaban puntuaciones negativas a quienes se «alejaban» de lo que marca la dieta. Por ejemplo, en el caso de la mediterránea, daban un punto negativo a quienes comían carnes rojas y productos lácteos enteros. Tras el estudio, los investigadores determinaron que las personas con puntuaciones más altas en adherencia a la dieta mediterránea tenían cantidades promedio de placas amiloides y ovillos tau equivalentes a personas con 18 años menos, en comparación con las personas que obtuvieron puntuaciones más bajas. Por su parte, las personas con una mayor puntuación de adherencia a la dieta MIND presentaban proteínas patológicas similares a los cerebros 12 años más jóvenes en comparación con las personas con puntuaciones más bajas. Y lo que es más: por cada punto de más de adherencia en esta dieta, se calculaba que sus cerebros «rejuvenecían» 4,25 años.

«Estos resultados no son sorprendentes, pero sí alentadores, porque la mejora de la dieta de las personas en un solo aspecto -como comer más de seis raciones de verduras de hoja verde a la semana o no consumir alimentos fritos- se asoció con un menor número de placas amiloides en el cerebro, similar a tener unos cuatro años menos», afirmó la Dr. Agarwal para la revista MedicalNewsToday. Y añadió: «Estos resultados son emocionantes, ya que indican que las dietas saludables, como la MIND o la mediterránea, pueden reducir el riesgo de padecer la enfermedad de Alzheimer. Teniendo en cuenta estos resultados, los médicos podrían recomendar estas dietas saludables a los adultos mayores con riesgo de padecer la enfermedad de Alzheimer».

En cuanto a los próximos pasos de esta investigación, la Dr. Agarwal dijo que planean investigar más a fondo otros mecanismos potenciales a través de los cuales la dieta puede tener un efecto protector sobre el cerebro, mediante el examen de su relación con su salud vascular cerebral y otras patologías. «También tenemos previsto investigar diversos factores específicos de cada persona y aprovechar los biomarcadores y el tejido cerebral humano cuando estén disponibles, especialmente en una muestra diversa que incluya más participantes de diferentes razas/etnias».