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Entre los años 60 y 70, el sociólogo e investigador Aaron Antonovsky (Brooklyn, 19 de diciembre de 1923) propuso el término Salutogénesis, cuyo significado es génesis de la salud. La Salutogénesis como modelo fue establecida en la Primera Conferencia Internacional sobre Promoción de la Salud, celebrada en Ottawa (Canadá) y se definió como el proceso que permite a las personas incrementar el control sobre su salud para mejorarla. Este modelo pro-salud se centra en los elementos o factores que ayudan a una persona a hacer frente al stress, problemas físicos y psicológicos e inclusive a la exposición de factores patógenos; a través de estas, las fuentes de auto-regeneración y el poder de auto-sanación, este modelo explica como las personas son capaces de mantener e incluso mejorar su salud en situaciones estresantes de la vida. Aunque Antonovsky no se vio afectado personalmente por el Holocausto, habló con los supervivientes de los campos de concentración nazis. Su estudio de factores que favorecen la supervivencia y la adaptación le llevó a formular el concepto de salutogénesis (a diferencia de la patogénesis que estudia las causas de la enfermedad).

Antonovsky pone el énfasis en que el individuo encuentre el origen de la salud y el bienestar en sí mismo. En el punto de partida él sostiene que el ser humano tiende por naturaleza al desequilibrio, la enfermedad y el sufrimiento perdiendo con el tiempo la capacidad de reordenarse de nuevo. Es decir, que la salud debe ser constantemente re-creada puesto que el caos y el estrés (cambio) forman parte de las condiciones naturales de la vida. La Salutogénesis rechaza una clasificación dicotómica de las personas como saludables o enfermas, reduce la importancia del origen etiológico de la enfermedad y de los antecedentes personales y familiares (aunque no los obvia) y se enfoca en la identificación de los factores que puedan actuar como mantenedores y promotores de la búsqueda del bienestar y la salud. En este sentido la medicina tradicional o convencional presenta al concepto de salud desprovisto de su capacidad salutogénica y alejada del potencial curativo del individuo, enfocando esfuerzos en materia de todo aquello capaz de enfermar al hombre, sea de origen viral, bacteriano, inmunológico o genético.
La Salutogénesis no es un modelo que aspire a sustituir el modelo patogénico, sino uno que lo complementa, dirigiendo la atención hacia las facetas generalmente descuidadas de autocuidado y autogestión de la salud que redundan en una mayor resiliencia o capacidad para afrontar los inevitables obstáculos, físicos y psicoemocionales, inherentes a la vida.
El modelo salutogénico plantea que las acciones en salud se enfocan hacia la conservación, el bienestar, el crecimiento y al envejecimiento saludable, en la cual se concibe a la salud con una visión positiva orientada a la promoción con énfasis en aquello que genera salud y se desvincula del enfoque patogénico reduccionista del modelo médico moderno, aun sin menospreciarlo. En definitiva desde ésta perspectiva, existen factores humanos que causan salud e identifica y describen los factores que causan la salud positiva y previene aquellos que causan la salud negativa que se manifiesta con la patogénesis.

Cinco características clave ayudan a comprender que el modelo Salutogénico es uno modelo de enfoque positivo de la salud:

1º. Rechazo del reduccionismo en el cual se enfatiza la importancia de cada nivel físico, psicológico y social y multicausal de los problemas relacionados con la salud.
2º. Evitar el dualismo cuerpo-mente y mantener las interconexiones entre los distintos niveles del individuo, así como con el contexto próximo, familiar y social, como aspectos que interactúan con nuestro bienestar.
3º. Inclusión del concepto de autorregulación y auto-sanación, donde cada sistema se orienta hacia el alcance del equilibrio funcional, donde el individuo tiene en esto un papel activo, siendo el protagonista en la búsqueda de los factores positivos.
4º. Salud y enfermedad pertenecen a un mismo proceso, son parte del flujo o “río” de la vida (“corrientes calmadas o corrientes bravas”) y el grado de preparación de cada uno condicionará la experiencia de este tránsito, por lo que la prevención y promoción de la salud se conviertes en activos vitales.
5º. Se concibe la salud, y su promoción, como un aspecto social, comprendiendo que la gestión óptima de los problemas de salud pasa por la participación solidaria de la comunidad, siendo cada individuo un activo de un modelo salutogénico mayor, un modelo social que cree el contexto idóneo de resiliencia.

LA REFLEXIÓN DE ANTONOSVKY

Antonosvky formuló tres preguntas como cimiento para construir su modelo de salud: ¿Por qué las personas se mantenían saludables a pesar de estar expuestas a tantas influencias perjudiciales?; ¿Cómo se lograron recuperar de las enfermedades? y ¿Qué tenían de especial las personas que no se enfermaron a pesar de la tensión extrema?. Preguntas que fueron utilizadas como el punto central de partida en todas sus investigaciones de salud. Antonovsky planteó la salud como un proceso continuo entre “ease” (bienestar) y “diese” (enfermedad) a diferencia de una dicotomía salud-enfermedad; debido a que no existe absolutismos en el bienestar salud y en el malestar enfermedad, es decir, que no es posible que un persona logre ninguno de los extremos; la salud perfecta o el estado completo de enfermedad. Toda persona tiene alguna parte insalubre, a pesar de que pueda percibirse a sí misma como saludable, y aún en los casos terminales, mientras haya un soplo de vida, en alguna medida, algunos componentes de la persona se encuentran saludables. De esta forma, el énfasis no debe hacerse en el hecho de que una persona está sana o enferma, sino en qué lugar del proceso se coloca entre la salud perfecta y el completo estado de enfermedad.

Los factores estresantes son omnipresentes, sin embargo, muchas personas, incluso con una alta carga de estrés, no se enferman, a menos que los factores de estrés destruyan directamente al organismo. Es el misterio que la orientación salutogénica busca desentrañar.

EL “RIO DE LA VIDA”

Antonosvky desarrolló una metáfora basada en un río o “Río de la Vida”. Desde el punto de vista patogénico, el río embravecido simboliza la enfermedad, y las personas que están en él deben ser salvadas, sin cuestionarse el por qué están ahí y por qué no saben nadar. Desde la perspectiva salutogénica, el río representaría la vida en sí; un río que da lugar a arroyos con aguas tranquilas o bien a peligrosas corrientes y remolinos. Así, Antonovsky se pregunta cuáles serán las condiciones que determinan que una persona tenga la habilidad de nadar bien, independientemente de la zona del río donde esté. Por lo tanto, el objetivo no se centraría en salvar a las personas, sino en conseguir que naden bien, para no ser arrastrados por dicha corriente. La caída en cascada simboliza el modelo médico, representando la enfermedad y la muerte. En el modelo salutogénico, la dirección principal en el fluir del agua ocurre horizontalmente, las personas al nacer caen en el río y flotan con la corriente que simbolizan un estado de bienestar duradero, aunque el río esté lleno de riesgos. El resultado de la travesía se basa principalmente en la capacidad para identificar y utilizar los recursos necesarios, para mejorar las opciones de salud y en definitiva, la calidad de vida.

Es precisamente en este continuo de salud-enfermedad donde Antonovsky encuentra puntos comunes con la Teoría General de Sistemas (TGS). Concretamente, Antonovsky considera que la salud no es un estado de equilibrio pasivo, sino más bien un proceso inestable, de autorregulación activa y dinámica. El principio básico de la existencia humana no es el equilibrio y la salud, sino el desequilibrio, la enfermedad y el sufrimiento. Es decir, la desorganización y la tendencia hacia la entropía están omnipresente en el organismo humano, como en cualquier otro sistema (Antonovsky, 1993). En un sentido figurado, Antonovsky empleó el concepto de entropía (término prestado de la termodinámica) como una expresión de la tendencia ubicua de los organismos humanos a perder su estructura organizada, así como a la capacidad de reordenarse de nuevo. Aplicado al campo de la salud, esto significa que la salud debe ser constantemente re-creada y que, al mismo tiempo, la pérdida de la salud es un proceso natural y omnipresente, ya que el caos y el estrés, lejos de ser realidades objetivas, son experiencias percibidas, surgidas de demandas internas y/o externas, que forman parte de las condiciones naturales de la vida.

LOS RECURSOS GENERALES DE RESISTENCIA

Dos conceptos fundamentales de la teoría de Antonovsky son los Recursos Generales de Resistencia y el Sentido de Coherencia.

Los Recursos Generales de Resistencia (RGdR) son factores biológicos, materiales y psicosociales que hacen más fácil a las personas percibir su vida como coherente, estructurada y comprensible. Los típicos Recursos Generales de Resistencia son los recursos económicos, el conocimiento, la experiencia, la autoestima, los hábitos saludables, el compromiso, el apoyo social, el capital cultural, la inteligencia, las tradiciones y la visión de la vida. Si una persona tiene este tipo de recursos a su disposición, o los tiene accesibles en su entorno inmediato, tiene más oportunidades para hacer frente a los desafíos de la vida. Estos recursos ayudan a las personas a construir experiencias coherentes en la vida. Sin embargo, más allá de poseer estos recursos, lo importante es tener la capacidad para utilizarlos, es decir, poseer lo que Antonovsky llamó Sentido de Coherencia (Sense of Coherence, SOC en adelante), convirtiéndose dicho concepto en la clave de su teoría.

Según el autor, el SOC estaría compuesto por tres componentes clave: la comprensibilidad (componente cognitivo), la manejabilidad (componente conductual o instrumental) y la significancia (componente motivacional):

  • Comprensibilidad: es la dimensión cognitiva y que se centra en la comprensión de qué nos sucede en nuestras vidas y nos ayuda a explicarnos como nos afectan los acontecimientos.
  • Manejabilidad: es la componente que nos permite saber que disponemos de recursos (propios y externos) para satisfacer las demandas de dichos acontecimientos.
  • Significancia: es la dimensión motivacional que nos permite encontrar sentido y vivir estas demandas anteriores como retos dignos de invertirles esfuerzo y compromiso. Una dimensión que cada vez está tomando más protagonismo en el puesto de trabajo.

Un uso óptimo de los Recursos Generales de Resistencia da lugar a que las experiencias vitales se conviertan en promotoras de un nivel alto de SOC, una forma de percibir la vida y una capacidad para gestionar exitosamente el infinito número de complejos factores estresantes a los que hay que hacer frente a lo largo de la vida.

Lejos de las clásicas estrategias de afrontamiento, el SOC es flexible, no se construye en torno a un conjunto fijo de estrategias a dominar (Antonovsky, 1993). Es decir, se trataría de un “sexto sentido” útil para la supervivencia, ya que genera habilidades que promueven la salud.

Existen tres mecanismos mediante los cuales el SOC favorece el estado objetivo y percibido de salud física, mental y social:

1.-Los individuos con SOC elevado tienen menos riesgo de percibir situaciones desfavorables como estresantes, lo que los protege de efectos negativos del estrés sobre la salud.

2.- La percepción de controlabilidad el cual subyace a los componentes del SOC tiene efectos fisiológicos protectores. 

3.- Las personas con SOC alto tienen una mayor probabilidad de adoptar conductas saludables.

Por otra parte, se reconoce que los individuos con SOC elevado presentan un nivel de salud estable y mejor sistema inmunológico, porque ejerce una influencia directa sobre el cerebro, el sistema inmunológico y el sistema hormonal, desencadenando reacciones distintas en diferentes niveles, de manera que puede incidir en forma reguladora cuando presentan estados de estrés o como filtro directo en el procesamiento de la información.

El SOC planteado por Antonovsky como elemento principal de su teoría salutogénica, propone estrategias cognitivas, afectivas e instrumentales para mejorar la salud. Luego, los individuos con un alto SOC son menos propensos a percibir situaciones de estrés como una amenaza o ansiedad, dando lugar a un bienestar y mayor efecto positivo y a una mejor salud, ya que diversos estudios plantean que el bienestar y el sentido de coherencia son variables relacionadas con la salud.

 

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