Seleccionar página

Cuando pensamos en mantenernos sanos, enseguida nos viene a la cabeza nuestra dieta, el ejercicio que hacemos (o más bien, que dejamos de hacer) y la cantidad de alcohol o tabaco que consumimos. En efecto, esos son algunos de los determinantes de nuestra salud y nuestra capacidad de llegar jóvenes a viejos. Sin embargo, los descubrimientos de los últimos años indican que muchas de las causas de enfermedades prevenibles, y la forma de prevenirlas, tienen que ver con un nervio: el nervio vago.

Es el más largo de los 12 nervios craneales y el más largo del cuerpo. Se extiende desde el tronco cerebral hasta el abdomen. Su nombre no quiere decir que no trabaje, sino que vaga, es decir, vagabundea, recorriendo los órganos más importantes del cuerpo, que están bajo su control: el corazón, el hígado, los pulmones, los riñones, y todo el tubo digestivo, desde la boca hasta el ano. Además, controla los músculos de la laringe, la glotis y la faringe.

Al pasar por todos estos órganos, el nervio vago es el responsable de controlar los procesos vitales automáticos más importantes como la respiración, la regulación del ritmo cardíaco, la digestión, la inflamación y el sueño REM, entre otras muchas cosas. También ayuda a regular las emociones liberando hormonas relacionadas con la relajación y la reducción del estrés, como la oxitocina, la serotonina, la dopamina y las endorfinas.

El nervio vago es el principal nervio del llamado sistema nervioso parasimpático, el “pedal de freno” de nuestro organismo, responsable de inducir el estado de “digestión y descanso” que nuestras células necesitan para regenerarse. Las señales que viajan por el nervio vago van en las dos direcciones. Esto quiere decir que la información de lo que ocurre en nuestro corazón, nuestro estómago o nuestros pulmones viaja por el nervio vago de vuelta al cerebro.

El nervio vago controla tu cuerpo, pero ¿quién controla al nervio vago?

El nervio vago en la salud y la enfermedad

Cuando funciona correctamente, el nervio vago desempeña un papel positivo en nuestra salud y bienestar general, ya que nos ayuda a mantenernos relajados en momentos difíciles o situaciones de estrés. Sin embargo, cuando el nervio vago se debilita, puede provocar numerosas dolencias como problemas digestivos, dolores de cabeza, fatiga, ansiedad, depresión o enfermedades autoinmunes. Las investigaciones han demostrado que un tono vagal deficiente puede incluso asociarse a un mayor riesgo de ataque cardíaco o accidente cerebrovascular debido a su efecto sobre la regulación del ritmo cardíaco.

¿Cómo saber si nuestro nervio vago está en forma? Una medida es el llamado “tono vagal”, que indica lo sano, fuerte y funcional que está este nervio. Medir las señales eléctricas de un nervio en el interior de nuestro cuerpo es complicado sin cirugía, pero se puede aproximar con la medida de la variabilidad de la frecuencia cardíaca (HRV por sus siglas en inglés), una especie de “sustituto” para medir el tono vagal real. Aunque la precisión varía, se pueden obtener medidas de HRV con ciertas bandas de frecuencia cardíaca, relojes inteligentes como el Apple Watch e incluso algunas apps para el móvil que lo miden usando la cámara, como Welltory.

La variabilidad de la frecuencia cardíaca es el cambio entre una inspiración (cuando el corazón se acelera de forma natural) y una espiración (cuando se ralentiza de forma natural). La diferencia entre esos dos valores indica lo fuerte que está el nervio vago. Lo que el valor del HRV muestra es la capacidad que tiene nuestro cuerpo para pasar de un estado de activación a uno de reposo. Se sabe que los atletas tienen un tono vagal más alto, algo que hace que, después de un esfuerzo, las pulsaciones de su corazón bajen más rápidamente que en otras personas.

Se han llevado a cabo experimentos estimulando directamente el nervio vago. Por ejemplo, estimulando la rama que va al corazón se consigue que bajen las pulsaciones. También hay implantes que envían señales al nervio vago que ayudan a prevenir los ataques en las personas epilépticas. Otros experimentos han usado la estimulación del nervio vago para el tratamiento de la depresión y las adicciones. En concreto, el alcoholismo. Las mujeres que han sufrido una lesión medular pueden experimentar orgasmos a través de la estimulación del nervio vago, en su recorrido desde el útero hasta el cerebro.

Un nervio vago demasiado fuerte también tiene sus inconvenientes. En algunas personas, durante situaciones de estrés emocional, el nervio vago se dispara y puede causar el llamado “síncope vasovagal”, una bajada repentina de la tensión arterial y las pulsaciones del corazón que produce mareos y desvanecimientos. Este también es el mecanismo que provoca la pérdida temporal del control de la vejiga y los esfínteres en momentos de miedo extremo.

El nervio vago y las enfermedades crónicas

Por su importancia en el organismo, el nervio vago tiene un papel decisivo en el desarrollo de enfermedades crónicas: diabetes, obesidad, enfermedades cardiovasculares, y posiblemente cáncer, según indica una reciente revisión de estudios. Estas enfermedades poseen tres causas que a su vez están controladas por el nervio vago:

  • El estrés oxidativo: se produce cuando el organismo produce más oxidantes que antioxidantes, lo que puede provocar daños en el ADN. La contaminación, el tabaco, el alcohol, y también el estrés psicológico hacen que aumente el estrés oxidativo. Se ha podido comprobar que estimulando el nervio vago se reducen los niveles de estrés oxidativo en el organismo.
  • La inflamación: es la respuesta de nuestro organismo que nos protege de las enfermedades, activando las células inmunitarias, y se dispara ante cualquier señales de peligro, sea una herida, una infección por un virus o, de nuevo, el estrés psicológico. La inflamación contribuye al desarrollo del cáncer y la aterosclerosis que provoca los infartos. También provoca resistencia a la insulina, el factor subyacente a la diabetes. El nervio vago puede hacer que disminuya la inflamación actuando sobre el eje HPA, que controla la respuesta de estrés, y además inhibiendo la producción de citoquinas, los mensajeros inflamatorios.
  • La respuesta de estrés: la actividad excesiva del sistema nervioso simpático, el encargado de activarnos, está relacionada con las enfermedades cardiovasculares, la EPOC y la diabetes. El nervio vago, el principal del sistema nervioso parasimpático, es por definición el responsable de reducir esa activación y, entre otras cosas, aumentar la circulación sanguínea, lo que proporciona protección contra las enfermedades.

Además de estos factores fisiológicos de las enfermedades, el nervio vago también influye en el comportamiento que lleva a padecerlas. Los factores de riesgo como el tabaquismo, la comida basura, o el sedentarismo son decisivos en el desarrollo de enfermedades. Pues bien, el nervio vago también influye en estos comportamientos y estilos de vida. Se sabe que la HRV, es decir, el tono vagal, es más bajo en los fumadores, y que después de fumar se puede medir una bajada de HRV. El nervio vago también regula la función ejecutiva del cerebro, que incluye la autorregulación emocional, la inhibición de los impulsos, la memoria y la resolución de problemas. Es decir, un nervio vago debilitado nos deja sin fuerza de voluntad para comer bien o hacer ejercicio.

Cómo fortalecer el nervio vago

Con todo lo anterior, podemos llegar a la conclusión de que fortalecer el nervio vago va a mejorar sustancialmente nuestra salud, pero, ¿cómo se fortalece un nervio? La respuesta es: de forma parecida a los músculos: usándolo. El primer paso es medir nuestro tono vagal (HRV), y aquí pueden ayudar las bandas, pulseras o, simplemente, medir el tiempo que tardamos en que nos bajen las pulsaciones después de un esfuerzo. Con medidas periódicas podremos controlar nuestros progresos.

Además, hay una serie de actividades que se sabe que aumentan el tono vagal:

  • El ejercicio físico, especialmente el ejercicio intenso
  • Los ejercicios de respiración, como el suspiro fisiológico
  • La risa
  • Cantar
  • El yoga
  • Las duchas frías y los baños de hielo
  • El sauna o un baño muy caliente, seguida de una ducha fría
  • La meditación
  • El consumo de alimentos fermentados
  • Los abrazos, la conexión con otras personas

El nervio vago regula la calma, y ejercita la calma, incluso el simple hecho de tomarse un tiempo para sí mismo cada día, mejora el nervio vago. Esto nos ayudará a enfrentarnos mejor a los momentos difíciles.

* Darío Pescador es editor y director de la revista Quo y autor del libro Tu mejor yo publicado por Oberon.

¿En qué se basa todo esto?

 

https://www.eldiario.es/tumejoryo/estar_bien/nervio-vago-importante-salud_1_9755450.html