Las mujeres en edad de menstruar emplean productos de higiene que les permiten recoger el flujo, tales como compresas, copas o tampones. En relación con los últimos, se conoce el riesgo de shock tóxico por uso de tampones, que consiste en la aparición de la Staphylococcus aureus y su proliferación en la vagina, con el consecuente peligro para la salud de la usuaria.
Un reciente estudio, el primero en su ámbito, ha analizado otro peligro que entrañan los tampones, y que pone en entredicho la fiabilidad de estos. Este estudio, realizado por la Universidad de California en Berkeley, EEUU, y publicado en Science Direct, analizó varias muestras de tampones comerciales en busca de metales tóxicos, y la exposición de las mujeres a dichos metaloides a través de la vagina.
El estudio identificó la presencia de metales tóxicos en tampones de diversas marcas. Entre los contaminantes detectados se encuentran arsénico y plomo, lo que ha generado una gran preocupación sobre la seguridad de estos productos de higiene femenina.
Se analizaron 14 marcas comerciales
Esta investigación abarcó un total de 24 combinaciones de productos, compuestas por 14 marcas, 18 líneas de productos y cinco absorbencias. Estos tampones se adquirieron en diferentes cadenas comerciales de Nueva York, Atenas y Londres, y en varias tiendas online.
Los resultados revelaron niveles significativos de metales pesados como arsénico, plomo, mercurio y cadmio, todos ellos conocidos por sus efectos adversos para la salud. Estos metales pueden causar problemas graves si se acumulan en el cuerpo durante un tiempo prolongado.
Para realizar el estudio, los científicos emplearon técnicas avanzadas de espectrometría que permitieron medir las concentraciones de estos metales en los productos. Los resultados mostraron una variación considerable entre las diferentes marcas y tipos de tampones, aunque no se especificaron cuáles presentaban mayores niveles de contaminación, ya que los nombres de las marcas analizadas permanecen anónimos.
Necesidad de regulación y control
Los metales pesados encontrados en los tampones parecen proceder de diferentes fuentes. Se sabe que las plantas de algodón, principal material de estos productos de higiene femenina, absorben fácilmente los metales del suelo, y también pueden contaminarse con metales a través de la deposición atmosférica. Otros de estos metales puede que hayan aparecido durante el proceso de fabricado, a través de los blanqueantes o los pigmentos de los aplicadores.
Los autores del estudio destacaron la importancia de regular y controlar la presencia de estos metales en productos de uso íntimo. “Esperamos que se obligue a los fabricantes a analizar sus productos para detectar la presencia de metales, especialmente metales tóxicos”, indicaron.
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