Seleccionar página

En los últimos años, los filtros de luz azul para las gafas se han popularizado mucho. Este tipo de lentes se recomiendan a menudo en las ópticas bajo la premisa de que pueden reducir la fatiga ocular o proteger la retina, entre otras razones. Sin embargo, a día de hoy, no hay una evidencia científica suficiente para sostener esas afirmaciones. Así lo indica una revisión sistemática de estudios publicada en la revista Cochrane Database of Systematic Reviews que concluye que «los resultados de la revisión no apoyan la prescripción de gafas con filtro de luz azul a la población general».

Los autores del trabajo, investigadores de la Universidad de Melbourne (Australia), revisaron la literatura científica en busca de estudios que comparasen el uso de lentes con filtro de luz azul con gafas normales a la hora de mejorar el rendimiento visual, proteger la retina y mejorar la calidad del sueño. En total, encontraron 17 ensayos controlados aleatorizados realizados entre 2009 y 2021, realizados en seis países y con datos de un total de 619 pacientes (los ensayos variaban desde los 5 a los 156 participantes). Estos estudios analizaban los efectos del uso de este tipo de lentes durante un periodo variable: desde menos de un día a un máximo de cinco semanas.

Tras la revisión sistemática de los ensayos, los investigadores encontraron que «el uso de lentes con filtro de luz azul para reducir la fatiga visual asociada con el uso del ordenador podría no tener ventajas a corto plazo, en comparación con las lentes sin filtro de luz azul. Tampoco está claro en la actualidad si estas gafas afectan a la calidad de la visión o del sueño, y no se han podido sacar conclusiones sobre los posibles efectos en la salud de la retina a largo plazo. Las personas deberían tener en cuenta estos hallazgos a la hora de decidir si compran estas gafas», tal y como señala Laura Downie, autora principal de la revisión y profesora asociada de Optometría y Ciencias de la Visión en la Universidad de Melbourne (Australia).

La revisión sistemática, explica la autora a través del correo electrónico, se ha realizado siguiendo la metodología Cochrane «para garantizar la solidez de los hallazgos».

«Durante bastante tiempo ha habido un debate sobre si estas lentes con filtros de luz azul son útiles o no para reducir la fatiga ocular. Es un tema controvertido. Pero la ventaja de las revisiones sistemáticas es que permite poner en común y evaluar de una forma crítica la mejor evidencia clínica disponible actualmente. Esto permite tener una imagen más clara sobre si algunas intervenciones, como el uso de este tipo de lentes, son efectivas y seguras», señala Downie.

Los datos de la revisión «no apoyan la prescripción de lentes con filtros de luz azul para la población general con la intención de reducir la fatiga ocular asociada al uso de un ordenador. Es importante que tanto profesionales como consumidores están el tanto de estos hallazgos«, subraya la investigadora, quien añade que pese a que estas lentes se prescriben con frecuencia bajo afirmaciones sobre sus posibles beneficios, los resultados de su trabajo muestran «que la evidencia de estas afirmaciones no es concluyente y es incierta».

Los investigadores, recuerda Downie, han trabajado «con la mejor evidencia disponible», si bien hay cuestiones que la calidad de los datos no han permitido dilucidar.

«A día de hoy falta conocimiento sobre los resultados clínicos pueden ser distintos en diferentes poblaciones (por ejemplo en gente mayor frente a gente más joven) o a través de diferentes productos», señala la investigadora australiana, quien añade que sería fundamental llevar a cabo estudios que analizaran estos aspectos, así como los efectos a largo plazo.

«Sería de particular interés para evaluar potenciales efectos sobre la retina, ya que este tipo de cambios puede llevar varios años». El periodo más largo analizado en los ensayos disponibles hasta la fecha era de cinco semanas, un tiempo insuficiente, explica.

La investigación tampoco ha permitido aclarar los efectos sobre otros aspectos, como la discriminación de color, la sensibilidad del contraste o la salud macular.

«Es importante que en unos años se revise la evidencia de nuevo», subraya Downie.

José Urcelay, jefe del servicio de Oftalmología del Hospital Universitario Gregorio Marañón de Madrid apunta que «cualquier estudio que lleve el marchamo de la metodología Cochrane tiene la máxima credibilidad en la literatura científica. Tiene unos estándares de análisis, de exigencia y estudio que hacen que sea la referencia más alta en Medicina».

«A día de hoy no tenemos base científica que demuestre que estos filtros tengan un efecto beneficioso», subraya el oftalmólogo.

«Es cierto que las pantallas generan malestar, general fatiga ocular. Pero lo que no es un hecho ni está demostrado es que esa fatiga se deba a ninguna emisión de luz», remarca el especialista, quien añade que estas molestias en muchas ocasiones pueden deberse a la sequedad del ojo.

«Cuando estamos mirando la pantalla de un ordenador prolongamos la actividad de cerca. Eso requiere un esfuerzo visual muy importante y esa fijación de la mirada inhibe el parpadeo, por lo que el ojo tiende a resecarse. Si a eso le añadimos que el ordenador muy frecuentemente está en una sala o en una oficina con aire acondicionado, la sequedad se potencia».

En opinión del especialista, «mucho del malestar generado por las pantallas de ordenador, las tabletas o los móviles están vinculados al problema de sequedad ocular». En ese sentido, apunta que «sería mucho más beneficioso la utilización de hidratantes oculares y la higiene ocular que ningún procedimiento físico de filtración de la luz».

La recomendación para cualquier persona que note molestias frente a las pantallas, señala, es «utilizar lágrimas artificiales de manera preventiva, antes de empezar la actividad del día y de manera periódica, sin esperar a que aparezcan los síntomas porque entonces ya es demasiado tarde». Además, también es conveniente hacer pequeñas paradas y relajar la vista, «mirar más lejos, por la ventana o al horizonte, al menos un minuto cada hora».

https://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/salud/2023/08/18/64de29a2fc6c83b00a8b459b.html