Está por todas partes: según un reciente informe publicado por la Federación Internacional de la Industria Fonográfica, cada persona dedica nada menos que 20,1 horas semanales de media a escuchar música, ya provenga de las plataformas de streaming, YouTube, la radio, los anuncios de la tele, la banda sonora de los videojuegos, los altavoces del supermercado…
Este estímulo sensorial no solo desempeña hoy un rol importante en la vida diaria de la mayoría de la gente, sino que también ha estado presente a lo largo de la historia de la humanidad. Y posiblemente se deba a los beneficios físicos y psicológicos que reporta.
Está por todas partes: según un reciente informe publicado por la Federación Internacional de la Industria Fonográfica, cada persona dedica nada menos que 20,1 horas semanales de media a escuchar música, ya provenga de las plataformas de streaming, YouTube, la radio, los anuncios de la tele, la banda sonora de los videojuegos, los altavoces del supermercado…
Este estímulo sensorial no solo desempeña hoy un rol importante en la vida diaria de la mayoría de la gente, sino que también ha estado presente a lo largo de la historia de la humanidad. Y posiblemente se deba a los beneficios físicos y psicológicos que reporta.
El trabajo suscitó un gran interés no sólo en la comunidad científica, sino también en los medios de comunicación, que comenzaron a hacerse eco de la idea de que escuchar la obra del genio de Salzburgo nos hace más inteligentes. Incluso se sigue recomendando a las mujeres embarazadas que se pongan a Mozart para estimular cognitivamente a sus bebés.
Muchos fueron los investigadores que intentaron replicar el descubrimiento, sin éxito. Algunos estudios sí revelaron que las composiciones mozartianas mejoraban el razonamiento en una prueba espacial, pero esta repercusión era relativamente pequeña.
Además, se observó que las mejoras no ocurrían únicamente con Mozart, sino también con cualquier otro tipo de piezas. Esto puede explicarse por el efecto activador de la música en la corteza cerebral, que favorece el rendimiento en tareas espaciales. Por tanto, decir que Mozart nos hace más inteligentes es una afirmación sin respaldo científico.
Lo que la ciencia sí ha demostrado es el efecto de la música sobre ciertos aspectos psicológicos (emocionales, atencionales, cognitivos…), lo que prueba su gran potencial en el ámbito clínico. Sin embargo, hacen falta ensayos más amplios y bien diseñados que repliquen los resultados obtenidos previamente y permitan seguir aumentando el conocimiento dentro de este ámbito de estudio.